Con el 97% de los votos escrutados podemos decir que Italia ha retrocedido 100 años. A finales de octubre de 1922 el monarca italiano encargaba a Benito Mussolini la formación de gobierno. Su partido tenía una pequeña representación parlamentaria. A partir de ahí logró, pocos días después, el voto de confianza parlamentario e inició su escalada por crear una Grande Italia que terminó con la derrota en la II Guerra Mundial. Las diferencias entre entonces y ahora son que Italia era una monarquía y hoy es una república. Y, sobre todo, que Mussolini accedió al poder sin pasar por las urnas mientras que Giorgia Meloni sí. Meloni, admiradora de Mussolini, con 15 años se afilió al partido neofascista italiano y está a punto de convertirse en la primera mujer que lidere Italia. La ironía es que es antifeminista. Hay que resaltar que desde Berlusconi Meloni será la primera jefa de gobierno en surgir de unos comicios. Los anteriores jefes del ejecutivo lograron el poder, fruto de pactos, sin pasar por unas elecciones. Y han sido unos cuantos años desde Berlusconi, porque la legislación italiana así lo contempla.
El partido de Meloni también ha sido el más votado en el Senado, cámara de gran importancia en Italia. Si el Senado rechaza una propuesta esta queda invalidada. Y no vuelvo al Congreso como en España. Todo apunta a que la coalición tripartita de extrema derecha y derecha alcanzará la mayoría absoluta en ambas cámaras. La legislatura italiana dura cinco años.
La alta abstención, sobre todo en el sur del país, ha sido un factor determinante. La desafección por la política es el caldo de cultivo de los autoritarios, sean de derecha o de izquierda, y es el gran enemigo de la democracia.
Este es el segundo gran triunfo de Putin en Europa, tras el Brexit.
El mensaje que nos llega de norte (Suecia) a sur (Italia) es preocupante.
Lo de los paletos ya es un fenómeno mundial y deberíamos empezar a hablar de la Internacional Paleta.
A raíz de la concesión del recién creado Premio Juan de Mairena al gran Emilio Lledó (quien rechazó honores de la Comunidad de Madrid de Ayuso, no como otros), leo en el muro de Ángel Sánchez Harguindey un artículo de Julio Llamazares que termina con una cita de Juan de Mairena, el profesor ficticio creado por Antonio Machado:
“En España no se dialoga porque nadie pregunta como no sea para responderse a sí mismo. Todos queremos estar de vuelta de todo sin haber ido a ninguna parte. Somos esencialmente paletos”.
Apunta Harguindey en su Facebook «Que Juan de Mairena sea ahora celebrado y que el premio que lleva su nombre se le conceda a Emilio Lledó tiene una significación muy especial en estos tiempos que vivimos».
El problema es que desde la publicación en 1936 del libro de Machado hasta ahora el paletismo se ha extendido por el planeta de forma gradual y sin pausa. Desde Filipinas hasta Brasil, pasando por la Italia de Berlusconi, alcanzando su punto álgido cuando 74 millones de madrileños votaron a Trump en las presidenciales que perdió.
No nos engañemos, los paletos se votan entre sí. Y pronto harán suyo el lema de «Paletos unidos jamás serán vencidos».
P.D.: «Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo)» agrupa los escritos que Machado había publicado sobre su inmortal personaje en la prensa madrileña desde 1934.
¿Será Javi Poves el nuevo símbolo de la izquierda guay española? Méritos no le faltan: natural de Fuenlabrada, exjornalero del balón (se retiró a los 24 años disconforme con el capitalismo que rodea al fútbol), antisistema, seguidor de Podemos, presidente de un club modesto de Móstoles (acaban de ascender a Tercera División) y ¡agárrense que vienen curvas! firme defensor de las ideas terraplanistas. De hecho cambió el nombre del club a Flat Earth (Tierra Plana).
Sí, amigas y amigos, el terraplanismo es lo que viene. Y los antivacunas. No se alboroten y recuerden que la formación morada ya incluyó antivacunas en sus listas electorales. Y mandó como europarlamentaria a una gallega antivacunas (IU), quien accedió al puesto porque corrió el turno (de los cinco que salieron elegidos originalmente cuatro abandonaron la nave). Su pregunta al respecto de las vacunas causó bastante revuelo en Europa (y fue purgada; podían haber hecho los deberes antes de incluirla en una lista electoral; en las pasadas europeas encabezó la lista de En Marea).
Volvamos a nuestro héroe de hoy, antes de proseguir con el asunto de los contrarios a las vacunas. Javi Poves, canterano del Atlético de Madrid también estuvo en el Rayo Vallecano, Navalcarnero, Las Rozas, Sporting de Gijón B (dónde si no) y llegó a debutar con el Sporting en Primera (un partido, en el que sustituyó a Barral). En una entrevista a El Español afirmaba que «A mí cada día me da más asco el Real Madrid» para añadir poco después que «el Sporting te deja ver los entrenamientos, van por los pueblos…». En esta misma entrevista, para completar su perfil, confesaba sus simpatías por el Islam («La conversión no está hecha… Realmente me siento más musulmán que otra cosa… Yo soy español y lo único que me ha pasado es que a través del Islam he tenido la oportunidad de sentir a Dios. Yo antes no creía en Dios ni nada de eso, pero me han pasado cosas y he sentido cosas que me han hecho cambiar mi punto de vista»). En una entrevista anterior, en Marca, contaba que vivía a caballo entre Teherán y Madrid. Lo tiene todo!!! ¿A qué sí?
Hace unos días en El Confidencial, que se ha convertido en el portavoz oficial de todos los charlatanes mundiales habidos y por haber, publicaban una entrevista con el italiano Diego Fusaro. Una cumbre, tan solo comparable al soplagaitas de Jordan Peterson, el de la teoría de las langostas. Curiosamente ambos militan en el mismo arco ideológico, aunque el italiano colabora con el órgano de expresión del fascio. El equivalente a nuestra desaparecida Fuerza Nueva (de Blas Piñar). Los más antiguos del lugar recordarán la revista y sus implicaciones.
De lo poco que sé es que, en política, no hay nada positivo que aprender de dos países actuales de Europa occidental: Italia y Grecia. Los griegos ya nos han mandado últimamente un par de iluminados de izquierda (su primer ministro y el economista calvo de apellido complicado), por no mencionar los desastres anteriores del país. ¿E Italia? Podemos remontarnos a la desaparición de la Democracia Cristiana, el Partido Socialista (PSI) y el Partido Comunista (PCI), a las continuas inestabilidades gubernamentales y, por supuesto, la aparición de personajes como Berlusconi, Grillo o Salvini. Estos dos últimos han sido antivacunas. Y concretamente el Movimiento 5 Estrellas lo fue activamente en sus inicios, mientras ascendía al poder. Fusaro también es antivacunas. ¡Y un medio español le da cobertura irresponsablemente! ¿Qué ha arreglado Fusaro en Italia? ¿Por qué nos tienen que interesar sus planteamientos si no funcionan en su pueblo? Consejos vende que para su tierra no tiene.
¿En esta búsqueda desesperada de la izquierda de referentes (la lista de patinazos es interminable) por qué no considerar a Javi Poves? Espero ansioso la entrevista con Poves en El Confidencial. ¿O no interesará porque es de Fuenlabrada y tiene un club en Mostoles?
Según tengo entendido el nombramiento de Tomás Fernando Flores, como presidente de RTVE, ha superado el trayecto más azaroso y tan solo está pendiente de tramites parlamentarios de tipo burocrático. Dando por buenas estas informaciones, por mi parte solo cabe felicitar a TFF por este nuevo puesto, al que accede desde la dirección de Radio 3. Y le deseo toda la suerte del mundo. La va a necesitar, por las dificultades que entraña el cargo (una pesadilla de primer orden) y por las criticas negativas que va a recibir (algo que ya ha empezado a comprobar incluso antes de ocupar el sillón presidencial del ente público).
Uno de los problemas básicos, de raíz, del sector musical español es la falta de unidad (por ejemplo, los del cine de cara al exterior forman un frente unido). Priman los egos y los personalismos por encima de cualquier consideración. Lo del ego está bien para artistas y autores. Pero no todos lo somos. La noticia de la candidatura de TFF ha demostrado, una vez más, lo que digo. Enseguida han salido detractores (algunos son buenos amigos míos) y algún que otro tweet de un mal gusto impresionante. ¿Por qué no nos alegramos que «uno de los nuestros», alguien del mundo de la música, acceda por fin a una posición de tanta relevancia y poder?
Estamos ante un hecho histórico en los medios de comunicación. Por primera vez un periodista musical nato accede a la cabeza de un grupo de comunicación tan potente. Solo se me ocurren dos posibles precedentes, pero algo cogidos por los pelos. El primero, Tomás Martín Blanco, locutor, creador y presentador/director de El Gran Musical hasta 1969. Suya fue además la idea de Los 40 Principales que encargó a Rafael Revert, el artífice del éxito de la emisora musical. Pero Martín Blanco como ejecutivo siempre estuvo un escalón (o dos) por debajo de Eugenio Fontán. En su necrológica Iñaki Gabilondo escribía en El País «En la SER anterior a la llegada del Grupo PRISA, Eugenio Fontán era el patrón, Antonio Calderón el cerebro y Tomás el jefe.» El segundo precedente sería Valerio Lazarov, realizador, que usó la música y los programas musicales y de variedades como vehículo para sus entonces innovadoras ideas. El exrumano (como un servidor) detrás de las cámaras fue pop, en su más amplio sentido, con la música como eje de sus realizaciones y logros. Lazarov llegó a dirigir Tele 5 (en la época de Berlusconi) tanto en Italia, primero, como en España. Lo de Tomás Fernando Flores es único, aunque escueza.
¿Es tan difícil darse cuenta de esto? ¿Falta perspectiva de conjunto en detrimento de situaciones particulares? ¿Mirarnos al ombligo continuamente y universalizar a partir de ahí es una muestra de buen juicio? Si tuviese unos años menos y más ganas, desmontaría una a una todas las críticas negativas y también ese infumable tweet.
P.D.: a veces, leyendo las críticas, parece que el anterior presidente de RTVE era el bueno. Sí, el mismo que se cargó Telemadrid y como recompensa recibió RTVE.
Hoy estaban convocadas manifestaciones en toda Italia contra Don Silvio Berlusconi. Bajo el lema «Se Non Ora Cuando?» (Si No Es Ahora ¿Cuándo?) las italianas -y los italianos- se han lanzado a la calle en 230 localidades. Las primeras estimaciones cifran la asistencia en un millón de personas.
La foto que encabeza este post está tomada en Nápoles. Y la siguiente en la Piazza del Popolo de Roma.
La convocatoria era extensible a las numerosas colonias de italianos residentes fuera de su país (50 ciudades: de Tokio a Madrid, Atenas, Ámsterdam, Nueva York u Honolulu).
Esta tarde me encontré con la manifestación madrileña, en la Puerta del Sol. Había más asistentes que en el flashmob de ayer contra la contaminación. Y me sorprendió (favorablemente) ver una gran afluencia masculina. De hecho en la foto que tomé, los italianos son ellos (ella es española).
Con el fichaje de Kaká nos la han colado hasta el fondo. Da la impresión que el Milan se ha vengado por el traspaso de Fernando Redondo.
– Pero si lo vendimos lesionado.
Esta era la justificación que me daba Antonio García Ferreras para justificar la salida del emblemático jugador argentino. En su momento me pareció una bravuconada del Director de La Sexta, y ex alto ejecutivo del Real Madrid durante el primer Florentinato (abandonó la Dirección de Informativos de la SER para llevar la Comunicación de la Casa Blanca). Hoy, a la vista de los hechos, pienso que llevaba toda la razón.
Ya he reflejado anteriormente alguna conversación con Ferri -como lo llama cariñosamente Pérez– e imagino que a partir de ahora me evitará: esas palabras suyas retumban desde hace días en mi cabeza y tardaré en olvidarlas. Porque el historial de lesiones del jugador brasileño da que pensar.
En su momento pensaba que estaba atado desde hacía tiempo. ¿Cuánto? Al menos un año antes. El importe de la operación parecería avalar esta teoría: correspondía a otras realidades de mercado y no tenía en cuenta su mala última temporada con el equipo de Berlusconi. Y además servía para torpedear los intentos de Ramón Calderón, elevando aún más el precio del transfer. Por no mencionar el factor quirúrgico: fue intervenido de la rodilla izquierda en 2008. Fue José Luis Runco, el doctor de la selección brasileña y del Flamengo, quien le operó en mayo de ese año de tendinitis y problemas en el menisco de la misma rodilla que ahora. No reapareció hasta el mes de agosto. Y cuando llegó al Madrid presentó un informe médico asegurando que todo estaba bien, firmado por el propio Runco. ¿Quién dio el visto bueno? ¿Quién revisó a Kaká en Madrid?
La nueva operación parece haber ido bien. Según el parte médico estará de 3 a 4 meses de baja. Si se han parado a pinchar en los dos últimos enlaces comprobaran que vienen con el emblema de Sanitas, el servicio médico externo que tenemos contratado para gestionar y potenciar los servicios médicos del club. La misma Sanitas que no encontró ningún problema en su estado físico cuando aterrizó en el Bernabéu, el verano del año pasado. ¿Acaso seguían instrucciones para hacer una revisión light y dar por bueno el fichaje del primer galáctico del Florentinato II?
Un año después ya sabemos de su ineptitud: a la pubalgia -cuya causa pueda ser la rodilla dañada- se une la artroscopia de hace dos días… ¿Alguien del Florentinato se plantea acciones judiciales? Por mala práctica medica…O contra el Milan por falsedad en la venta de «mercancía» defectuosa, aunque quizás sea mejor callarse para no remover lo de Redondo. Parece que se cumple aquello de «quien a hierro mata, a hierro muere.»
Esta imagen de Jorge Javier Vázquez (Tele 5) recogiendo el Ondas, premio otorgado por la SER (PRISA), resultó ser profética. Porque tanto los negocios como la política congregan a extraños compañeros de cama. Y en este caso se entremezclan: malas políticas que inciden en las cuentas de resultados. Sólo espero que las fotos de Berlusconi publicadas en El País (PRISA), el verano pasado, no fuesen un elemento de coacción para la negociación entre los representantes de la familia Polanco y los de Don Silvio. Práctica por otra parte habitual en otros sectores mediáticos: demostración de fuerza como aviso de lo que se puede avecinar.
A estas alturas casi todo el mundo reconoce la mala gestión de los gobiernos de Z en esta segunda legislatura. Esta semana hemos tenido una prueba más, ahora en el mercado televisivo: las fusiones de las dos nuevas cadenas, graciosamente concedidas en su día por Z. Mi particular prueba del 9 es la siguiente:
Tele 5 (5) + Cuatro (4) = 9
Antena 3 (3) + La Sexta (6) = 9
Recordemos que las primeras privadas que aparecieron en España fueron Antena 3, Tele 5 y Canal +. El Plus aportaba la novedad de ser de pago, algo que nadie se atrevió a llevar a cabo. Años después esos mismos que no quisieron entrar en el juego lo calificaron de monopolio, para justificar su falta de visión.
Los acontecimientos empresariales, de la semana, significan que el eje de nuestro panorama televisivo se desplazará hacia Italia: los compradores son Mediaset –Tele 5- y De Agostini –Antena 3-. El viaje lo inició Pedro J. (todos los caminos conducen a Roma: también lo tomó este gobierno en el sector eléctrico, con Endesa).
“Los hechos han demostrado que no había mercado suficiente para una nueva cadena (La Sexta) y que el Gobierno actuó irreflexivamente al no calcular los límites, en su interés por facilitar una licencia a un grupo de comunicación afín. También ha quedado claro que no había un plan organizado para ordenar el mercado televisivo. Las fusiones vienen a salvar ese lastre.”
Correcto, solamente hay que añadir una pequeña matización: intencionadamente olvidan mencionar a Cuatro, su cadena de TV. Porque como demuestran los hechos tampoco había mercado suficiente para una nueva cadena y el Gobierno actuó irreflexivamente al no calcular los límites. Y más teniendo en cuenta el apagón analógico, a la vuelta de la esquina.
Finalizo como comenzaba, con una imagen de J.J. Vázquez, esta vez rodeado de su equipo de intelectuales. Desafortunado signo de los tiempos que corren en nuestras teles. Y lo que nos rondará…
No hay día que me levante y no tropiece en la prensa con alguna noticia bufa protagonizada por Il Cavaliere. Perdón, rectifico: serían ridículos y bufonescos sus baños de portada de Interviú, sus gestos achulados y sus aficiones canoras si no resultara dramática esa perversión democrática que él representa como nadie: la privatización de la vida política de un país. Al fin, se ha hecho realidad la viejo aspiración de Vito Andolini Corleone: el poder absoluto, por más que elegido en las urnas, en manos de un Lex Lutor con brillantina en unos tiempos en que los supermanes de turno solo sirven para anunciar desodorantes.
Pero dejemos a un lado este tema, aunque dé para libros, porque no es de sus lujosas fiestas de lolitas encandiladas por el oro de la grifería o de los cantos napolitanos del bufón-Consejero Delegado-Presidente de lo que quiero hablar. Ni siquiera de temas de más calado como la perversión de la justicia o el dominio de los medios de comunicación, que son palabras mayores. No, lo que me ha llamado la atención ha sido un aspecto poco destacado de la negativa de la editorial italiana habitual de José Saramago a publicar su último libro, en el que, por aquello de no faltar a la verdad, se tacha de “delincuente” a Silvio Berlusconi, presidente del consejo de administración de Italia S.L. y, además, propietario, lo sé ahora, de la empresa editora en cuestión.
Hasta aquí nada fuera de lo normal, si lo “normal” es seguir las normas del sistema y adecuarse a sus exigencias. El jefe es el jefe, y el currito, por muy premio Nobel que sea, o toca a rebato las excelencias del que le paga o se va a la calle. Tonterías las mínimas, por mucho que el Saramago sea un caso excepcional de relación patrón-obrero que se ha saldado con el escritor llevándose su libro a otro editor. Sin embargo, ha habido en esta notica un dato, un nombre, que al leerlo me ha lanzado a un imposible viaje en el tiempo y me ha helado la sangre. Lo he sentido como un verdadero agravio personal de Berlusconi, y por el clamó venganza a los dioses de la razón electoral italiana. La editorial que ha censurado a Saramago lleva el histórico y respetabilísimo nombre de Einaudi. ¿Os dais cuenta? EINAUDI.
Para llegar al momento en que tuve mi primer contacto con ese nombre hay que montarse en la vieja máquina de H.G. y retrotraerse hasta 1966 o 1967, más o menos. La fecha exacta da igual. Imaginaos la escena: Es sábado, por ejemplo, y un grupo de jóvenes que pertenecen al Club de Amigos de la Unesco de Madrid (su sede aún podéis vitarla en Tirso de Molina 8, merece la pena) realizamos una excursión a La Pedriza y viajamos en un viejo autocar alquilado. Podían andar por allí Jorge, Yenia, José María, Lola, Mariano, Gregorio, Julio, El Yeti, Consuelo, Mariano… Entre ellos hay algunos militantes de las juventudes comunistas (yo me podía haber afiliado ya o lo haría en poco tiempo). La mayoría somos chavales y chavalas de entre los 17 años, los que yo tengo, y los 20. Seguramente vamos al nacimiento del Manzanares a disfrutar de una excursión, intentar ligar y, objetivo programado, escuchar entre las piedras en un tocadiscos de pilas, que nadie sino nosotros podrá oír en la soledad del monte, el discurso de Fidel Castro en la II Declaración de la Habana, que no era moco de pavo, porque el comandante, cuando mandaba parar, a parar todo el mundo, pero cuando hablaba, no paraba.
En algún momento del viaje, quizás al pasar por el cuartel de El Goloso, o en Colmenar Viejo, a la altura de una granja de patos que había, alguien, probablemente el cantor del grupo, que a veces era yo, pese a mi reconocida oreja de estropajo, empezó a entonar una canción:
“Ya se fue el verano,
ya llegó el invierno,
dentro de muy poco
caerá el gobierno.”
El coro se añadía fácil, porque era un tema popular conocido: “Que tururú rurú/ que la culpa la tienes tú”. Y ya seguían cuatro o cinco voces:
“todos los ministros
fueron al entierro
Y Francisco Franco
Delante de ellos…”
La cosa ya estaba lanzada. ¿Qué pensaría el conductor del autobús, alquilado y sin ninguna relación con los viajeros? ¿Igual podía delatarnos? En esos momentos nadie se hacía esa pregunta.
“Curas, militares,
Monjas y accionistas,
Los del Opus Dei
Y también los falangistas…”
Incluso nadie se cortaba con aquella barbaridad que alguien debió escribir en un momento de odio intenso o tremenda borrachera.
“Más de veinte duros
cuesta la ternera,
y que el animal
un hijo de Franco fuera…”
Y todo el autobús corea a voz en grito: “que tururú-rurú, que la culpa la tienes tú”·. O tomando la musiquilla de “Los mozos de Monleón” cantan: “En la plaza de mi pueblo / dijo el jornalero al amo/ nuestro hijo nacerá/ con el puño bien cerrado”, o con la de “Dime dónde vas morena” gritan: “voy a la cárcel de Burgos/ a ver a los comunistas/ que los ha metido presos/ este gobierno fascista”. Eran canciones que alguien había oído y se las había enseñado a los demás, quizás el último ejemplo de transmisión boca-oído de la historia de la música popular española. Nadie conocía al autor, pero luego supe que tenían su historia.
A principios de los años sesenta, Michele L. Straniero y Sergio Liberovici, musicólogos italianos que ya habían creado y producido ese espectáculo seminal de la música italiana que se presentó en el festival de Spoletto y se plasmó en un disco histórico de desnuda belleza titulado “Bella Ciao”, viajaron a España con la intención de recopilar las nuevas canciones antifranquistas que estaban surgiendo al hilo de la creciente protesta obrera y universitaria. Algunas encontraron, pero no eran suficientes para llenar un libro, y en contacto con algunos jóvenes poetas de la época (Blas de Otero, José Hierro, Celso Emilio Ferreiro o Celaya, entre otros) decidieron crear las que faltaban. Alguna de ellas, como la que decía “Pueblo de España ponte a cantar/ pueblo que canta no morirá”, sería grabada años después por AdolfoCeldrán ya firmada por el nombre de su autor, el poeta Jesús López Pacheco.
(Interludio musical: escuchad esta versión del “Tururúrurú” que hicieron en su momento Quilapayún. Os puedo jurar que nosotros desafinábamos más, pero a entusiasmo no nos ganaban):
Pensaréis que me he perdido, pero no es así. Sólo he dado un pequeño paseo por un camino vecinal para que veáis una bonita perspectiva y vuelvo a la carretera. Aquellas canciones habían sido publicada en 1963 en Italia bajo el nombre de “Canti de la nuova resistenza spagnola”, al que Fraga Iribarne, a la sazón ministro franquista del ramo, bautizó, en la contrapropaganda que se vieron obligados a hacer ante la extensión de las canciones por toda España, pese a su clandestinidad, como “Libelo de Einaudi”. Porque era precisamente EINAUDI el nombre de la editorial que las había sacado a la luz.
Luego, con el tiempo, supe que aquella editorial, creada en 1933 por Giulio Einaudi–quien hubo de sufrir cárcel y exilio por su antifascismo (¿recordáis esa extraordinaria película que es “Una jornada particular”, de Ettore Escola, con la Loren y el Mastroniani en estado de gracia?)–, era la que me permitía leer, porque los habían editado originalmente, los libros de Italo Calvino (que trabajó como empleado de la editorial entre 1947 y 1981), Cesare Pavese, Primo Levi, Elio Vitorini, Dario Fo y buena parte de la mejor literatura italiana de la postguerra y todos los años posteriores. Hasta ahora.
Einaudi fue una editorial de referencia de la izquierda italiana y mundial, una editorial independiente y crítica, foco de disidencias, de heterodoxias y de libertades. Tras una importante crisis en los años 70 y 80 fue a parar a Mondadori, posteriormente parte del imperio berlusconiano.
Yo ahora, al pensar en esa trayectoria, siento que Berlusconi me ha hecho una ofensa personal, un agravio que me afecta en lo más íntimo: ha pervertido mi memoria, la ha traicionado. Y eso no se lo perdono. Si las empresas críticas son compradas por el poder, que a su vez es comprado por un emperador privado ¿De verdad se puede llamar a eso democracia?
(Si queréis reíros un rato, ver y escuchar este burdo y soez vídeo musical. Pero no olvidéis que el cantor no es bufón, es el germen de un dictador)
Les imagino conocedores de las fotos publicadas por El País de la villa de recreo del primer ministro italiano. Francamente lo que se trasluce de ellas no me sorprende en absoluto. Por varios motivos: al personaje se le conoce y se le presupone y además su televisión es su gran escaparate; las bacanales romanas son algo propio de la madre patria de la latinidad; y en tiempos más recientes el maestro Fellini ya retrató los usos y costumbres de cierta parte de la sociedad italiana.
Entiendo que las fotos sean una exclusiva periodística. Y más teniendo en cuenta que Don Silvio ha prohibido su publicación en Italia. Pero no creo que El País sea el medio adecuado para esta exposición. Al menos “mi” País, del que soy fiel lector desde su nacimiento.
Por muchos editoriales que escriban explicándolo, no me convencen. Por mucho “scoop” y repercusión que haya tenido el reportaje fotográfico. Me da igual. Es más, creo que es síntoma de debilidad. Porque si El País toma esta vertiente claramente amarillista es por la caída de ingresos. No encuentro otra explicación.
De hecho la deriva que está tomando el diario últimamente me preocupa. Un antecedente claro y reciente fue el de la foto en portada de Letizia Ortiz y Carla Bruni (error que también cometió Público, dicho sea de paso). Esa imagen tenía toda la intención del mundo. Desde el ángulo de la toma y la perspectiva.
Hubiese preferido ver en El País fotos a pie de avión de Berlusconi y sus amistades, resaltando claramente el carácter público del medio de transporte para asuntos privados. Eso si es un foto-reportaje de denuncia. Lo que han publicado no es propio de El País. Puede serlo de Interviú u otros medios, más proclives al sensacionalismo y el escándalo. Donde el fin justifica los medios y son terreno abonado para los paparazzi. Es decir, lo contrario a lo que El País –y otra prensa seria- ha defendido hasta ahora.
Para publicar artículos como el de Miguel Mora, cuya lectura recomiendo, no debería ser necesario recurrir a las ya mencionadas imágenes. Y tampoco para encargarle al Premio Nobel Saramago su excelente La cosa Berlusconi. Con contar a toda página como las editoriales del magnate le tienen vetada la publicación debería ser suficiente.
No se confundan, no estoy defendiendo a Silvio Berlusconi, del cual tengo una pésima opinión. Defiendo un estilo, una forma de hacer periodismo. Al que afortunadamente estaba acostumbrado. Y desafortunadamente parece que tendré que desacostumbrarme.