Habrán observado que he guardado un respetuoso silencio sobre el fallecimiento de Maradona. Lo rompo para solidarizarme con la postura de Paula Dapena. No solo por estar de acuerdo con ella, también por los tremendos ataques que ha recibido en redes sociales por mostrar públicamente su postura. Desde amenazas de muerte hasta insultos, que van desde la inocente demagogia de la goleada que sufrió su equipo hasta el burdo juego de palabras con su apellido. Habrá gente que se preguntará por qué me sorprendo. Dirán que es algo habitual en las redes. Son los haters. Pues no, no hay que dar por sentada esta premisa. No podemos ni debemos acostumbrarnos a los odiadores profesionales. Que no dejan de ser similares a los matones de la vida real. En el planeta fútbol son los hooligans y las barras bravas, por ceñirnos al país de Maradona (los mismos que impidieron la celebración del partido final de la Libertadores en Buenos Aires, trasladada a Madrid, o protagonizaron los incidentes en el velatorio de Maradona).
Entiendo que Argentina y Nápoles lloren su fallecimiento, porque sus triunfos llegaron jugando en esa selección y en ese club (el único con el que ganó títulos importantes). También entiendo que nos afecte a los madridistas, no en vano su paso por el Barça, nuestro acérrimo rival, fue un fracaso. Ninguna Liga, ninguna Copa de Europa (torneo que nunca ganó) y no logró ser el máximo goleador de nuestra Liga. Tan solo me pregunto que pasará cuando fallezcan futbolistas como Pelé o Beckenbauer, con mejor palmarés que el del argentino. O Kevin Keegan, cuya gesta al frente del Hamburgo podría ser comparable a la del Nápoles y además ganó una Copa de Europa (Liverpool) y dos Balones de Oro.
No soy quien para juzgar la vida de nadie, bastante tenemos con las propias. Pero si me atrevo a decir que en el caso de figuras públicas sus vidas también lo son. ¿Por qué exigirle más a Maradona que a Víctor Hugo, Pablo Picasso o John Lennon? Por citar a tres primeros espadas de otras especialidades. Aunque parezca una contradicción esto no supone una crítica a Paula Dapena ni que mi apoyo decaiga. Entiendo su postura ante la desmedida reacción de los estamentos del fútbol. Y su reacción responde a las (afortunadamente) nuevas sensibilidades de nuestra sociedad, que no son las mismas que en las épocas de los anteriormente mencionadas. Y eso que Lennon es autor de un pionero y excelente himno feminista «Woman Is The Nigger Of The World«, que le redime de sus pecados.