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Trump empeñado en propagar el coronavirus

Trump sigue empeñado en propagar el coronavirus. Ayer anunció una nueva recepción en la Casa Blanca. La anterior del 26 de septiembre, en el Rose Garden primero y luego en el interior, fue la zona cero del brote que ha afectado a más de 20 personas del complejo presidencial (tanto a trabajadores como a miembros del equipo de Trump). En la foto del New York Times en rojo están señalados los contagiados. Ya escribí el pasado 3 de octubre y luego el día 6 señalando ese acto –celebrado para nominar al Supremo a la juez Amy Coney Barrett– como el «infectódromo». Ayer el doctor Anthony Fauci lo confirmó, dando validez a las suposiciones. Si aquel día hubo 200 invitados para la celebración de hoy habrá 2.000 invitados. Entonces efectuaron tests rápidos a los asistentes y les dijeron que no hacía falta usar mascarillas. Craso error. Como se ha confirmado posteriormente. Tampoco rastrearon a los afectados. ¿Qué medidas implantaran hoy? Entre lo del Rose Garden y hoy se han producido varios hechos relevantes:

  • Trump fue hospitalizado y volvió a la Casa Blanca cuatro días después, tras pasar tres noches en el hospital. Las circunstancias de su ingreso y posterior alta no están claras. Se ocultó cuando dio el primer positivo (comunicado por el presidente la madrugada del viernes, día en el que acabó en el hospital). Posteriormente se ha establecido que dio positivo antes. El propio Trump, para eludir responsabilidades, especuló en Fox News sobre la posibilidad de haberse contagiado el lunes 27 de septiembre en otra recepción en la Casa Blanca, para las familias de los veteranos caídos en combate. Alegó los contactos directos con los asistentes. Las implicaciones racistas de este comentario, a la vista de las fotos, se las dejo a su consideración.
  • En cualquier caso, Trump se presentó infectado al debate con Biden. Así se entiende que llegase tarde, para que tanto él como su entorno eludiesen las pruebas obligatorias.
  • Se desconoce si Trump ya ha dado negativo y tampoco sabemos cuando fue el último positivo.
  • Un positivo, del almirante responsable de la guardia costera, ha puesto en cuarentena a todos los jefes del estado mayor del Pentágono. En casa bromeaba con La Mundana que así evitaban el contacto directo con Trump, el Infector In Chief.
  • Mitch McConnell, líder de la mayoría Republicana del Senado, ha declarado que evita ir a la Casa Blanca desde principios de agosto. La razón dada es abrumadora: no le convencen las medidas sanitarias de seguridad de la Casa Blanca y entran en contradicción con las que el mismo implementó en el Senado (uso de mascarillas y distanciamiento social, por ejemplo, además de rastreo en caso de contagios).
  • La comisión encargada de los debates presidenciales ha suspendido el segundo con Biden, previsto para el jueves de la semana que viene. Para no extenderme les dispenso de los dimes y diretes sucedidos hasta llegar a esta decisión.

Este pasado jueves en el programa de Hannity de Fox News, al que llama frecuentemente, Trump anunció su vuelta a la acción. ¡Y lo hizo tosiendo! «El espécimen humano perfecto» (son sus propias palabras), considera que haber sufrido el covid-19 es una «bendición divina», adelantaba a Hannity que tras la recepción de hoy daría un mitin electoral en Florida. El primero de varios. Recordemos que ya tenemos datos de la incidencia de sus mitines en recintos cerrados: del de Tulsa (Oklahoma), el primero de su campaña, y del último que dio en Duluth (Minnesota) ya con el covid-19: en ambos casos hubo brotes. En la zona de Tulsa y entre los asistentes al de Duluth (donde nació Bob Dylan).

Considero necesario poner estas fotos del NYT del acto del Rose Garden. Tanto del exterior como del interior. Esta bomba vírica fue con 200 invitados. Hoy serán 2.000.Para cerrar la estupenda y muy acertada portada de la revista Time

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Del creador de «investiguemos inyecciones de lejía» llega»irá a peor antes de mejorar»

Doug Mills NYT

Donald Trump, creador de perlas como la de «investiguemos inyecciones de lejía», reapareció ayer en una rueda de prensa. Desde el pasado 27 de abril no había comparecido en la Casa Blanca. Y entre exageraciones y mentiras nos dejó otra perla referida al coronavirus: «irá a peor antes de mejorar» («get worse before it gets better«).

Anteriormente había deslizado que el uso de mascarillas era «patriota», tras haber mostrado públicamente su rechazo al uso de las mismas y haber ridiculizado a su posible oponente electoral, Joe Biden, por llevarlas. También promovió el uso de hidroxicloroquina, usada en el tratamiento de la malaria, para combatir la pandemia. En contra de la opinión de las autoridades sanitarias de varios países. Finalmente la de Estados Unidos desautorizó su uso como tratamiento del Covid-19. En el camino se produjo un overstock del medicamento (entre compras y donaciones).

En su intervención de anoche (hora española) no estuvo acompañado por ningún miembro del task force anticoronavirus, el grupo de trabajo que encabeza el vicepresidente Pence y que incluye a varios científicos (Fauci entre ellos). Su tono sombrío reflejaba la preocupación por la dimensión de la tragedia y el impacto que está teniendo en las encuestas. No era la imagen habitual del Trump triunfante y fanfarrón. Parecía abatido. ¿Derrotado? Puede. Quizás sería más certero decir que se le veía abrumado. Pero fue fiel a su deformación de la realidad. Eso sí, con otro tono.

Entre el 27 de abril y el 21 de julio EEUU ha experimentado un incremento de dos millones de casos y se han casi doblado el número de fallecidos. Su «irá a peor» es reflejo de una realidad, pero tal como lo dijo es una predicción de empeoramiento («It will probably, unfortunately, get worse before it gets better«). Según los últimos datos de la Johns Hopkins University se contabilizan 3.902.135 casos y 142.608 fallecidos en Estads Unidos. En ambos casos son el país líder de estas (desgraciadas) clasificaciones. Recordemos que fue el propio Trump quien en un no tan remoto pasado insistió en calificar de muy buena su gestión. En su calificación fijó un tope de dos millones de casos y cien mil víctimas mortales como rangos para acreditar su valoración. Pues bien, están a punto de llegar a los cuatro millones de infectados y han superado en un 42% la cifra de muertos. Y ahora dice que aún «irá a peor». Por tanto, según su baremo, su gestión es pésima e «irá a peor».

Quedan pocos meses para las presidenciales. Trump es capaz de cualquier cosa. Ya ha mostrado la patita en dos instancias: primero alimentando el bulo, creado por él mismo, del fraude del voto por correo y este pasado fin de semana no dejando claro que aceptaría una derrota electoral. Sucedió en una entrevista con Fox News, su cadena amiga. ¿Inventará algún conflicto, bélico o comercial, para desviar la atención de cara al proceso electoral?

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Rebrotes y repuntes

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Unas breves líneas sobre el posible rebrote, una segunda ola del coronavirus, y los repuntes. Sobre estos últimos decir que ya se están produciendo. Que lo sepamos significa que tenemos capacidad para detectarlos e intentar aislarlos. Algo fundamental porque la propagación de estos repuntes podría ser una de las causas de un rebrote.

Decía que iba a ser un breve apunte para no amargarles el sábado. Tampoco pretendo sembrar la alarma. Pero me veo obligado a compartir ciertos temas. El primero, conocido por todos, es el riesgo cierto de una segunda ola. El segundo, también sabido, es que la mayoría de nuestros expertos coinciden en aventurar el otoño como previsible fecha para el rebrote. Pero, ay, el tercer tema es el peliagudo.

Este tercer tema, comentado en privado por varios expertos, es la inminencia de un posible rebrote. Lo sitúan tan pronto como julio. No se atreven a hacerlo público por variadas razones. Entre ellas no alarmar innecesariamente por si están errados, que podrían estarlo como reconocen. El clima hostil creado por la oposición, los medios golpistas y sus siervos tampoco favorece a la difusión de estas opiniones. Un ejemplo claro al respecto fue una entrevista a Margarita del Val, allá por el mes de abril, donde comentaba que estaba investigando sobre una segunda ola. Las redes se inundaron de listos (que no de listas) poniéndola a caer de un burro. Lo más suave que comentaron fue que más valdría dedicarse a lo de ahora en vez de a lo que podría venir. El asno español siempre tan previsor… Del Val no ha vuelto a mencionar públicamente el tema. Un daño colateral de la hostilidad cavernícola, hacia los científicos, es su silencio para no ser presos de sus palabras y opiniones. Porque los retrógrados parecen olvidar un principio básico de la Ciencia, prueba y error, y desprecian a quienes manifiestan no saber de algo, porque ellos (ellas también) conocen profundamente todo, absolutamente todo. Es lo que llamo el síndrome del tertuliano. Son precisamente la gente de Ciencia quienes más usan el «no sé» o el «aún no sabemos». Y en esto del coronavirus todavía estamos en pañales. No hay vacuna ni siquiera tratamiento, que en mi modesta opinión debería ser la prioridad. No desprecio, ni mucho menos, las investigaciones sobre la(s) vacuna(s), pero saber tratar a los afectados de Covid-19 parece tan indispensable como urgente. Y acumulamos experiencia, a nivel global. Son más de tres millones y medio de recuperados sobre un total mundial de 7,6 millones de contagiados. Volviendo al asunto de la hostilidad hacia los expertos, ya tratado varias veces en el blog (Fauci, Simón, Drosten, etc.) hay otro aspecto: estas opiniones sobre un rebrote inminente (estamos a poco más de dos semanas del mes de julio) implican otra derivada, la del clima como factor. Cuando no está claro al 100% el impacto del calor sobre el virus y su propagación, una afirmación de este tipo, rebrote en julio, podría dejar en entredicho varias investigaciones en curso sobre el asunto. Y si algo no quieren estas voces autorizadas es crear falsas polémicas.

Dicho todo lo anterior entenderán que no mencione las fuentes y mantenga el anonimato de estas voces autorizadas. Y por el bien de todos espero que estén en un error.

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Fauci, Simón y Drosten

Fauci Simón Dorsten

A finales de marzo escribía sobre como las derechas extremas amenazaban a Anthony Fauci y a Fernando Simón. En el caso del estadounidense se llegaba a las amenazas de muerte. A finales de abril me enteraba que el virólogo alemán Christian Drosten también recibía amenazas de muerte. Lo contaba en una entrevista exclusiva al The Guardian que aquí publicó eldiario.es«Para muchos alemanes, soy el diablo que está hundiendo la economía. Recibo amenazas de muerte que paso a la Policía. Aunque me inquietan más otros emails, los de que gente que me dice que tiene tres hijos y les preocupa el futuro. No es culpa mía. Pero esos son los que no me dejan dormir de noche».

Les recomiendo la entrevista en su totalidad. Drosten es una eminencia. Que también se equivoca («No lo pensé a fondo«, dijo tras cambiar de criterio respecto al cierre de escuelas, que al principio vio con escepticismo). Siempre digo lo mismo: prefiero a un sabio errando que a un ignorante aunque acierte (será de casualidad). El que sabe se da cuenta del error y rectifica. El ignorante ni se entera. Drosten también es de los que dicen «no lo sabemos» o «no estoy seguro». Siempre en mi equipo.

Drosten es el brazo derecho de Angela Merkel en esta crisis del coronavirus (ella tambien es cientifica). Los números de Alemania son muy buenos (aunque un servidor no acredita el de los fallecidos por sus particularidades a la hora de contarlos). Lo que sí demuestran es la necesidad de contar con un sistema solido de sanidad pública, en cuanto a personal y número de camas en hospitales y UCIs. A este respecto Drosten señala que «en Alemania, la gente ve que los hospitales no están desbordados y no entienden por qué las tiendas tienen que estar cerradas».

De los tres responsables Christian Drosten es quien a priori lo tiene más fácil. Su jefe politico es científica y su país tiene un robusto sistema de sanidad, público y privado. Fauci es quien más difícil lo tiene, por su jefe –Trump– y por el deficiente sistema de sanidad pública de Estados Unidos. Y los tres sufren a las derechas extremas y a los epidemiólogos que han surgido como setas estos meses.

 

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Fauci como Simón: la derecha extrema les ataca

Erin Schaff:The New York Times

El New York Times publica un artículo sobre los ataques que está recibiendo el Dr. Anthony Fauci desde la derecha extrema estadounidense. No he podido evitar pensar en el evidente paralelismo con nuestro Fernando Simón.

Fauci es desde 1984 el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. Y cada día, en las ruedas de prensa de Trump, le toca bailar con la más fea. Es admirable comprobar su cintura para corregir delicadamente las incorrecciones y exageraciones del presidente de EEUU.

Una de las características de las derechas extremas del mundo son las teorías de la conspiración. A Fauci le han colocado en el centro de una para tumbar a Trump. El NYT reporta que el primer post en redes sociales que trató el tema fue compartido miles de veces, llegando a una audiencia estimada de 1,5 millones de personas. A esto siguió el #FauciFraud. A Simón le ha sucedido algo parecido en España, con una diferencia: a Simón no le señalan como topo para tumbar a Pedro Sánchez. Porque Sánchez es el enemigo y entonces eso convertiría a Simón en amigo. Por tanto Simón debe ser presentado como complice del presidente de gobierno, el objetivo a batir.

Ya comenté en su momento que la (incuestionable) valía de Simón viene avalada por su trayectoria: fue contratado por Aznar, promovido por Rajoy y mantenido por Sánchez. Tres presidentes de gobierno, dos del PP y uno del PSOE. En esto también hay un paralelismo con Fauci: ha sobrevivido, desde Reagan, a seis presidentes de EEUU. Cuatro del Partido Republicano y dos del Demócrata.

También he manifestado anteriormente que prefiero el error de un experto al de un ignorante. A un científico sobre un cuñao.

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