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Los primeros rock ‘n’ roll en España

Por diversas razones he echado la vista atrás a los primeros rock ‘n’ roll en España. Aunque debería decir rock & roll en el caso de los cantados en español. En mi libro «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«, con prólogo de El Gran Wyoming, incluía las fotos del encabezado de esta entrada. Vemos a Conchi Rodríguez, probablemente la primera baterista que hubo en España. Junto a sus hermanas formó las Rodri Sisters y posteriormente pasaron a ser Cinderella (tras la retirada de alguna de las hermanas y la incorporación de otras instrumentistas). Las Rodri Sisters incorporaron los primeros rock ‘n’ roll estadounidenses en su repertorio desde 1956. Las fotos son cortesía de la escritora Ana Davies, sobrina de Conchi e hija de una de las Rodri Sisters (que no continuó con Cinderella). En el libro las mujeres son protagonistas del relato y su presencia en el primer rocanrol en Argentina, España y México queda reflejado.

Quizás la razón más importante de esta mirada de retrovisor es homenajear a Víctor Tapia, a quien tuve el honor de conocer en mi primer y único viaje a Buenos Aires. Su labor de investigación sobre los orígenes del primer rock ‘n’ roll en su país es encomiable. Ha desmontado falsedades, establecido la realidad del asunto, que increíblemente había sido tapado por cierta crítica. Digo increíble porque desde este lado del océano me lo parece. ¿Cómo puedo yo conocer el origen y este sea ignorado en su país? Afortunadamente mis investigaciones publicadas en «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» eran ciertas. Y a tenor de lo descubierto por Víctor me quedé corto. En su impresionante labor tuvo en cuenta aspectos básicos como la edición de partituras y las actuaciones radiofónicas a lo largo y ancho de un país tan grande como Argentina. Y además ha completado con entrevistas con supervivientes, discos de pizarra, carteles de actuaciones, programaciones de salas, etc.

La foto nos la hizo La Mundana en el lobby del NH donde estábamos alojados. Fue justo después de la goleada que España le infligió a Argentina. Tras las instantáneas nos fuimos a cenar.

En Facebook hay varias paginas dedicadas a las gloriosas discográficas de nuestro pasado. En una de ellas, la de Hispavox, surgió hace unos días una entrada sobre Marietta, que grabó una versión en inglés de «Rock Right» (Hispavox). Pero es que la propia Hispavox había editado antes el primer rock ‘n’ roll compuesto en España, con letra en español, y fusionando lo autóctono con el nuevo ritmo. Se llamaba «Sevillanas Rock and Roll» y lo interpretaban las Hermanas Alcaide. Los artífices fueron los hermanos cartageneros García Segura. Les adjunto pantallazos al respecto extraídos de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«.

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Luis Eduardo Aute (1943-2020)

Estoy conmocionado, son días de dolor y duelo. Hace como dos horas me enteré del fallecimiento de Luis Eduardo Aute (Manila, 1943-Madrid, 2020). Los últimos sorbos del café que estaba tomando han sido los más amargos que recuerdo. Me cuesta articular frases. En Facebook recurrí a un texto de Luis Lapuente que reflejaba un fragmento de su libro «Conversaciones con Gonzalo García Pelayo. Nostalgia del futuro«, en el que GGP mostraba su admiración y afecto por Aute. Inmediatamente pensé hacer lo mismo aquí en El Mundano. Porque Aute forma parte de mi «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«. Como no podía ser de otra forma, porque es un pionero del rock & roll madrileño. Al igual que otros importantes cantautores que tuvieron sus inicios en el incipiente r&r patrio (Patxi Andión, Manolo Díaz, Raimon, Xabier Ribalta, Serrat, etc.).

Otra de las facetas del mestro Aute es la de artista plástico. Y en esto también estuvo cercano al pop-rock español. Suya es la ilustración de la portada del primer álbum de Barrabás. el exitoso proyecto afrolatino del Fernando Arbex de los 70. En el grupo formaban dos Morales, Ricky y Miguel.

Tenía claro que la canción que iba a elegir para este post era «Slowly» (y mira que es difícil seleccionar una entre tantas grandes canciones). Siempre pensé que tenía el potencial de ser un hit mundial. Mi idea original era que la grabase Julio Iglesias. No prosperó. Aute ya tuvo un éxito internacional con la adaptación inglesa de su «Aleluya Nº. 1» (1967) en la versión que grabó Ed Ames. La original de Aute contó con los arreglos y producción de Juan Carlos Calderón y triunfó en España. También Massiel tuvo éxito con su versión. La de Asner funcionó en EEUU, Canadá y en Australia (en menor medida). El tema era un proto Leonard Cohen en toda regla. Escribo esto y enseguida me viene el recuerdo de su admiración por Cohen y el entusiasmo con el que comentamos su primera actuación en el Teatro Monumental de Madrid (era la gira del «New Skin For The Old Ceremony» y representaba una evolución sonora importante). Me ha llamado la atención que Víctor Lenore  también eligiese «Slowly» en su muro de FB. Aquí me viene de perlas porque refleja perfectamente el ambiente de ese primer Aute rocanrolero.

Vecino del barrio de La Mundana (la Karina ye yé era la otra celebridad de Fuente del Berro) recuerda que el primer, y probablemente único autógrafo que pidió, fue con 12 o 13 años cuando ella y su amiga Ana Davies se lo encontraron a la puerta de El Corte Inglés de Goya. Yo, en cambio, la recuerdo mirándole embobada en el vestíbulo del Teatro Alcalá Palace (no me acuerdo que actuación pudo ser; igual fue Leo Sayer).

Les dejó con pantallazos de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» referidos al gran Luis Eduardo Aute:

Filipinas copia

Tigres copia

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Sobre las derechas: «la estridencia de sus ladridos sólo demuestra que cabalgamos»

Cabalgamos en todas direcciones

en pos de alegrías y de trabajo;

pero siempre ladran cuando

ya hemos pasado.

Y ladran y ladran a destajo.

Quisieran los perros de la cuadra

acompañarnos donde vayamos,

mas la estridencia de sus ladridos

sólo demuestra que cabalgamos.

Goethe «Ladrador» («Kläffer«, 1808)

Jaime Villanueva El País

Una amiga, la escritora Ana Davies, recordaba en su Facebook este poema de Goethe en referencia a los ladridos de las derechas y sus coros mediáticos. Esas voces y medios que a lo largo de los recientes años de nuestra historia intentaron un golpe contra Felipe González (denunciado por Luis María Anson, entonces director de ABC), se inventaron historias y mintieron descaradamente sobre la guerra de Irak y las armas de destrucción masiva, el fin de ETA (que no les convenía) o la autoría de los atentados de Atocha. (Lo del Prestige y otros asuntos, como algunos de Valencia que ocultaron, son nimiedades comparados con los anteriores). Algunos líderes como Aznar aún no han dado su brazo a torcer (en lo de Irak sí lo hizo el máximo responsable, Bush hijo, aunque de forma bastante soez haciendo una gracieta al respecto).

Desde las pasadas elecciones (incluso de antes) nos dan la matraca con peligros apocalípticos. Como si fuésemos tontos y no supiésemos de la delicada situación. Parecen olvidar que no fueron las formaciones de derecha quienes ganaron las elecciones. Incluso una de ellas, Ciudadanos, se despeñó. Pero ahí tenemos a Arrimadas como si fuese la líder de la oposición. ¿A quién representa? A sus 10 escaños. Que son menos que los de ERC, UP, Vox, PP y PSOE. Punto. ¿Ha sido nombrada líder de su partido, actualmente descabezado? ¿Por qué se arroga una representación de la que carece? Cuando ganó elecciones, las catalanas, no tuvo los arrestos para presentarse a la investidura para presidir la Generalitat. Penosa.

De momento no hay investidura, por tanto tampoco gobierno. Mas ya ladran sobre el desastre que se avecina. Todo va a ser un desbarajuste. ¿La bola de nieve que intentan montar (y lo consiguen entre sus partidarios) para qué sirve? ¿Para quienes hayamos votado a PSOE o Podemos nos arrepintamos? Dado el caso, no hay vuelta atrás. No se puede modificar el sentido del voto. Y claro que lo saben. Pero les da igual. Se trata de enmerdar. En esto son campeones del mundo.

Ayer se dieron a conocer los principios sobre los que va a pivotar el gobierno de coalición. No hay ninguna extravagancia extremista. Ni se prevé ningún terrorista de ministro de Hacienda, como desafortunadamente comentó la presidenta de Madrid. Se habla de derogar leyes y medidas del PP de Rajoy como la ley mordaza, la reforma laboral, meterle mano a la educación, etc. Cosas ya prometidas y sabidas. ¿Esto es lo que molesta a las elites? Entonces será bueno…

Respecto a las clases poderosas y sus bancos y eléctricas va a haber ajustes sobre las SICAV, tasas a las transacciones financieras y un control de los alquileres. Y subirán los impuestos a aquellos que ganan más de 130.000 € al año. ¿Cuántos españoles serán afectados por esta medida? Según los últimos datos de Hacienda son el 0,5% de los contribuyentes (91.408 de 19,6 millones de declaraciones totales). ¿Esta mínima minoría es la quiere manejar la agenda fiscal del gobierno? Y con todo, lo más grave es la gente que les apoya con ingresos que igual no llegan ni a la mitad de los 130 mil euros. Son siervos vocacionales.

Otra medida que molestará a los especuladores y fondos buitres será el del control de los alquileres. ¿Tenemos que solidarizarnos con quienes abusan con mensualidades cada vez más desorbitadas?

¿Pretenden estas voces de derechas que un gobierno PSOE-UP haga y siga sus políticas en contra de sus votantes?

No digo que todo sea un camino de rosas. Ni mucho menos. Hay cosas que no me gustan y otras de las que desconfío. El pacto con el PNV me inquieta en varios aspectos. Por ejemplo, el de las selecciones autonómicas. Parece una frivolidad a simple vista. No lo es. Tanto PNV como los nacionalistas catalanes son maestros en buscar fisuras para provocar grietas y tambalear la estructura del Estado. No conocemos qué pasa o pasará con ERC. Solo puedo decir que no es lo mismo pactar un «sí» (PNV) que una abstención. ¿Arrimadas no tiene nada que decir sobre sus 10 escaños? ¿Prefiere seguir soltando bilis?

La formación del gobierno de la familia Iglesias/Montero me preocupa menos. No es que confíe plenamente en Pedro Sánchez pero tras haber tenido de ministras/ministros a Esperanza Aguirre, Rodrigo Rato, Francisco-Álvarez Cascos, Miguel Ángel Rodríguez, Josep Piqué, Jaume Matas, Jaime Mayor Oreja, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana, Federico Trillo, Celia Villalobos, Bibiana Aido, Leire Pajín, Miguel Sebastián, José Manuel Soria, José Ignacio Wert, Jorge Fernández Díaz, Alberto Ruiz-Galardón, Ana Mato, Miguel Arias Cañete, Juan Ignacio Zoido, Carmen Calvo, Dolores Delgado o Fernando Grande-Marlaska, creo sinceramente que es difícil de empeorar. (He citado de memoria y seguro que faltan nombres a esta lista de…).

A la vista de las mentiras y exageraciones, retomando los versos de Goethe, no puedo evitar echar la mirada atras. ¿Podríamos establecer un linaje de falsedades? Como el de «Ladran Sancho, luego cabalgamos». Frase apócrifa atribuida al Quijote de Cervantes. Pero que no aparece en la novela. Los expertos datan la falsedad a 1945, en plena posguerra española. Como es fácil comprobar adaptaron las estrofas del maestro alemán y las «nacionalizaron». ¿Los mentirosos franquistas de entonces son los de ahora?

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“Cara de pan” una obra maestra de Sara Mesa

68AC81A3-B477-4F89-8E40-51665F345958El nuevo libro de Sara MesaCara de pan” es una obra maestra. Y la autora es una crack de nuestras letras. Además es un encanto de persona.

Tuve la fortuna y el honor de conocerla en septiembre cuando bajé a Sevilla para el Bookstock. En octubre Los Mundano y Ana Davies nos acercamos a su charla en el Festival Eñe.

Fue en Sevilla cuando me compré el libro que no he podido leer hasta ahora. Porque La Mundana y sus amigas se lo fueron pasando. Y todas se entusiasmaron con su lectura!!!

En el vuelo a Nueva York del día 23, tras despachar la prensa del día, me puse con “Cara de pan“. Devoré el libro. A las dos horas lo había terminado. Y vino una segunda lectura, comentando pasajes con La Mundana. Esta fue más pausada. Deleitándome. Retrasando al máximo llegar al final.

El relato es magistral. La historia que Sara Mesa nos cuenta es conmovedora. La narración es ligera a la vez que profunda y llena de matices. Las referencias a Nina Simone y los guiños a Nick Cave son totales y añaden carácter a uno de los dos protagonistas. Y su posterior influencia sobre el otro.

La construcción de los dos personajes, Viejo y Casi (por tener casi 14 años), es espectacular. Particularmente me inpresionó cómo se mete en la cabeza de una adolescente y la disecciona a la perfección (como hombre me descubre y/o confirma matices y rasgos de personalidad propios de la edad de la chica).

Solo puedo añadir un sonoro ¡gracias Sara!

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Emocionante Cărtărescu

Foto de Lisbeth Salas

Mircea Cărtărescu inauguró la 77 Feria del Libro de Madrid con una emocionante conferencia de muy altos vuelos. Tenía mucho interés en haber asistido, pero los problemas meteorológicos y el caos de esa mañana del pasado viernes me fueron retrayendo. Una buena siesta hizo el resto (desperté cuando se supone que se iniciaba el acto).

Cărtărescu en España ha sido la sensación literaria de la segunda mitad del año pasado con su novela «Solenoide«. Compartimos año y lugar de nacimiento (Bucarest, 1956) y ahí se acaban las coincidencias. Él se formó en Rumania y mis padres abandonaron el país en 1958. Él es un crack de la literatura y yo apenas un artesano, aprendiendo el oficio de ensayista pop (lo de «ensayista pop» es una definición de Víctor Lenore que me encanta).

Si leen su conferencia entenderán a qué me refiero con lo de artesano. Y les recomiendo que lo hagan. Es magistral. Y aún a riesgo de repetirme reitero que «emocionante» es el adjetivo que mejor define a «La utopía de la lectura«. El enlace corresponde a WMagazin, la excelente revista digital dedicada a los libros.

Nuestra amiga la escritora Ana Davies nos alertó sobre la importancia de «La utopía de la lectura«. Se lo leí en su muro de Facebook. A La Mundana se lo comentó por Whatsapp. La emoción que le produjo a Ana es similar a la conmoción que he tenido y me ha llevado a escribir estas líneas. Y asumo que a La Mundana también le habrá pasado lo mismo porque mañana en la Feria se va a comprar una de sus novelas (la recomendada por Ana).

No sé por qué pero hay algo en la figura de Cărtărescu que me recuerda a Leonard Cohen. Quizás evoque una atardecer a mediados de los 80 en el bar en lo alto del 666 (edificio de la 5ª Avenida que he descubierto recientemente que pertenece al yerno de Trump y su familia). Entre copas me habló de Kundera y «La insoportable levedad del ser» (editado el mismo año que «Various Positions«, el álbum con el que Cohen regresó). Era la primera vez que conocí de la existencia del autor y de ese esplendido libro. Esta digresión me ha llevado a Kundera. Y tampoco sé bien por qué.

Les dejo con un par de extractos:

“El edificio de la literatura hacia el que nosotros, la gente del libro, nos dirigimos desde todas partes, desde todas las épocas, desde todos los pliegues de la historia, se alza sobre un gigantesco amasijo de escombros”.

WMagazine escribe: […] El escritor rumano dio una clase magistral sobre cómo está construida la catedral de la literatura hecha por lo que él llama “escritores artesanos y escritores artistas”, hizo una reivindicación de la poesía y de su importancia, mientras lamentó que hoy no se le dé el valor que merece y trazó un mapa sobre el arte de la lectura y la necesidad de buscar la belleza. […]

 

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Ana Davies escritora

Los más fieles recordarán algunos escritos de Ana Davies en este Blog (su premiado relato «Puro Montecristo» y la elegía a mi cuñado).

Ana acaba de terminar su novela «La vida oculta de las naranjas«. En la siguiente entrevista se repasa su trayectoria y al final del video nos habla sobre esta vida oculta de las naranjas.

A Ana Davies la podéis seguir en su Facebook y en su recién estrenada cuanta de Twitter.

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Puro Montecristo (por Ana Davies Rodríguez)

lector tabaquería

Si a un chocolate le añades unas hebras de azafrán se tiñe del color de la arcilla roja.

Así era la piel de Natividad González, la negra octogenaria del municipio de Guayabo, en Pinar del Río, que nos recibió en su casa hace ahora tres años.

La mata de mango bizcochuelo, aunque endémica de Santiago de Cuba, vive a la puerta de su casa. Ahora debe estar cargándose de frutos, arropando la madera de las paredes y el  tejado de hojalata. Sombreando a través de la ventana, la pequeña sala ocupada ya quizá, por alguien que no es ella.

Nati nos acogió con la calidez también endémica de su tierra. Era la torcedora de tabaco más antigua  de la región de Vuelta Abajo.

 -Al menos que yo sepa. Porque ya todas las que trabajaron conmigo, se fueron del aire. Yo aún quedo. No sé por cuánto tiempo.

La casa de Nati tiene un pequeño cuarto de dormir y una sala. Se mezclan, desordenados, comida, cacharros de cocina, ropa vieja y muebles parcheados, aunque de buena madera. La “comadrita” donde se mece Nati hace juego con las dos butacas en las que nos sentamos Jorge y yo.

 –No, fotos no. De eso no hablaron ustedes.

Jorge es joven. Este es su primer trabajo como fotógrafo para la revista. Ha puesto esa cara que ponen los jóvenes cuando suponen que conocen alguna respuesta. Me habla entre dientes, bajito.

Creerá que le robamos el espíritu

Nati coloca sus manos, (huesos cubiertos de una piel de elefante viejo) sobre las piernas.

Ver, no veo muy bien. Andar, apenas doy unos pocos pasos. Pero con ayuda, puedo llegarme hasta el Policlínico. Soy una vieja imperfecta, pero aún no me quitaron ni la buena memoria, ni el buen oído.

Jorge se remueve en su butaca y se engancha la tela del pantalón en un saliente de la madera. Cuando va a responder, aún no sabe qué, Nati continúa.

Yo no soy una negra boba. El espíritu nadie te lo puede robar, lo más, te lo machucan, pero yo no voy a salir en ninguna fotografía sin estar peinada y arreglada. Y ustedes no me dieron tiempo.

Está bien, doña Natividad- le digo– podemos volver dentro de dos o tres días. Cuando usted nos diga, para hacerle las fotos. Hoy nada más hablaremos. ¿De acuerdo?

– Está bien, mi hijo. Pero ese “Doña Natividadno me gusta. A mí, desde que tengo oídos, todo el mundo me dice Nati.

Conecto la grabadora. Ella detiene por un momento el vaivén de la “comadrita”

Aquí registraré toda la información para el artículo que le dedicaremos en la revista. Puede decir lo que quiera, Nati.

La cuestión no es lo que yo quiera decir, sino lo que ustedes quieran saber.

Todo.- se adelanta Jorge.

-Su vida, su trabajo-explico yo– los cambios que hubo…

Eso es mucho hablar. Y se me va a secar la boca. Aquí, en Cuba, se habla mejor con un traguito de aguardiente. O de lo que haya…

Señala la vitrina de cristal donde se agolpan vasos desparejados y figuritas de porcelana, sobre un hule de flores malvas y amarillas que cubre sus estantes.

Coja la botella, hágame el favor –le dice a Jorge– y tres vasos. Porque no está por venir nadie más ¿No?

Él abre la puerta atascada de la vitrina y encuentra una botella de vidrio verde. Escoge tres vasos de distintos tamaños, con marcas publicitarias variadas: Habana Club, Hatuey, Saoco…Y Nati, con un gesto, ordena que los coloque en la pequeña mesa que rodea la lámpara de pie. A su alcance. Sirve, a partes iguales, y nos ofrece los vasos. Jorge se acerca el aguardiente a la boca y da un pequeño respingo. Pestañea con rapidez. Yo mantengo el tipo como puedo…

Nati lo paladea, mientras recorre con la mano, su muslo flaco.

Yo tenía 14 años cuando empecé a trabajar. Eran otros tiempos. Los pobres y los negros, que eran más o menos lo mismo, teníamos que hacerlo así. No íbamos a la escuela. Eso vino después.

Por aquel entonces, las mujeres sólo podían ser despalilladoras o anilladoras, pero la elaboración de verdad del tabaco, era cosa de hombres. Ahora, si ustedes se llegan a cualquier fábrica verán, sobre todo, mujeres. Algunas, hasta dirigen esas fábricas… Y esto ha sido porque nos enseñaron a mirar más allá de las hojas del tabaco. No sé si me explico…

Algunos piensan que eso empezó cuando la colonia, cuando Cuba era de ustedes. Y… bueno, a decir verdad, puede ser que todo empezara por ahí, por esas lecturas que  se hacían para entretener a los obreros…Yo creo que los dueños de las fábricas estaban claros: El tiempo que los obreros habían dedicado siempre al chisme y al brete, lo empleaban  en escuchar lo que se leía. Eso hizo que los tabacos se hicieran mejor, con más cuidado…pero también, esas mismas lecturas fueron las que les enseñaron que había algo más que tabaco… Es verdad que al principio, aquellas historias hastiaban hasta las piedras. Hablaban de España, de sus reyes, de sus hijos, y de todo lo que conseguían en el mundo.

Pero….la letra es la letra, y aunque sea fea, entra. Muchos hombres empezaron a pedir otro tipo de lecturas, Se organizaron para exigirlo. Los patrones no eran todos iguales. Algunos tenían ideas que no casaban con las de los otros. Les hablo de mucho tiempo atrás, yo todavía no había nacido…

Eso está muy bien, Nati, pero nos gustaría que nos contara más de su experiencia personal,  de su vida…

¿Mi vida?

Si. Nuestro reportaje hablará de gente de su edad, que ha sufrido cambios sociales, políticos…Gente que ahora-… rodeo con la vista el cuarto y me encojo de hombros.

Ya…ya sé… mi vida. Déjeme decirle algo. Mi vida tuvo un antes y un después.

– ¿Por la revolución?

Bueno, por algo que ella me trajo. Gracias  a la revolución llegué a ser torcedora, y eso me cambió.

¿Por qué? ¿Era un trabajo mejor pagado? ¿más cómodo?

No sé qué decirle. Yo era joven, y el trabajo duro no me asustaba. El dinero, siempre es bueno. Un poco más es mejor que un poco menos. Pero no. No fue eso. Fue que gracias a que yo comenzaba en el oficio de torcedora, pude escuchar de la boca del negro Jesús Leal, la historia del Conde de Montecristo. Y eso fue el principio de algo que se me metió dentro y que todavía no me ha abandonado ¿Ustedes  conocen esa historia?

Si. Claro- Decimos los dos al unísono.

Esa es la historia más bella que hay. Además, Leal era un artista. Sabía fingir la voz de mujer, imitar el sonido de una puerta al cerrarse, o el de un aguacero… A cada capítulo que él leía se le premiaba con el sonido de las hojas de las chavetas, golpeando las mesas. Ah, disculpen, ustedes no conocen…Cuando una lectura no gustaba, o el lector no lo hacía bien, los obreros golpeábamos con el canto de los cuchillos. Si gustaba, se hacía con la hoja… Aquel negro, como les digo, se ganó más golpes de hoja que ningún otro.

Nati ha cerrado los ojos. Por la ventana se cuela un sonido de muchachos que ya salieron de la escuela. Rodean la casa espiando a los intrusos que pintan la novedad en su rutina. Son ruidosos y llevan el uniforme granate de la escuela elemental.

La envidia y la maldad humanas que creo yo, han existido en todas las épocas, encerró a aquel pobre hombre, Edmundo Dantés en una prisión de la que parece que no se  podía escapar. Pero él lo hizo. No se rindió nunca, y aunque castigó a los que le habían traicionado, haciendo justicia, también, al final encontró el perdón y el olvido. Todos deberíamos aprender de él. ¿no les parece?… Pero no saben lo mejor: Yo no conocí el verdadero final de esa historia hasta varios años después. Porque en la lectura del Conde de Montecristo ocurrió algo que se ha hecho su lugar en el recuerdo de varias generaciones…

Aquella mañana, Leal llevaba un pullover blanco. Lo veo como si lo tuviera delante   con los espejuelos que usaba, sobre la punta de la nariz. Siempre los llevaba así. Con el tiempo supimos que no los necesitaba, pero le gustaba el aire de hombre con estudios que le daban…

Las aventuras de Dantés estaban de lo más interesante. Había confesado  ya a  su antigua novia quién era él, en verdad. De repente se hizo un silencio. Leal agarró el vaso de agua y se demoró en el trago. Las lecturas eran largas, y estos momentos de descanso eran habituales. Pero yo alcé la vista justo en el momento en que aquel negro había llegado al final de las hojas y había virado para atrás. Las páginas finales, un buen montón, faltaban, y el pobre hombre se tomó su rato apurando el agua mientras decidía qué hacer. … Hizo lo único que podía hacer: Inventar a partir de ahí ,como Dios le dio a entender.

Si alguno se dio cuenta no  lo sé, porque Leal siguió la historia a su manera:    La mujer, al enterarse de que su antiguo amor había vuelto para encontrarla casada con otro enloqueció, y en un arrebato repentino se lo echó, sin saber lo que hacía. Si…: Asesinó a Edmundo Dantés. No sé cómo a Leal se le ocurrió aquel disparate. Nosotros queríamos que las historias acabaran bonito. Finales amargos ya hay muchos en la vida… Pero  el hombre quería acabar cuanto antes y salió por ahí.

Ésta fue la única vez que a Leal le sonaron los filos de las chavetas. No era por él, sino por aquel escritor que no sabía hacer finales felices. Se oyeron palabras fuertes, que yo no voy a repetir aquí… Había tal descontento entre los obreros que él no tuvo más remedio que rectificar. Dijo que se habían quedado las dos últimas páginas pegadas, y para no contradecir ya lo que él mismo había inventado, resucitó a Dantés de entre los muertos. Así, tal cual. Describió tan bien cómo su alma se rebelaba contra el infortunio de la muerte, que nos pareció más bello que todo lo anterior que habíamos escuchado. Dantés estaba vivo otra vez por un milagro y renunciaba a todo deseo de venganza. No anduvo tan descaminado Leal. La fábula resultó la misma. Al acabar se oyó como una gran tormenta, o como un galopar de caballos: Los primeros cuchillos golpearon las mesas con sus hojas planas, suave, pero luego se les unieron los otros y se hicieron cada vez más fuertes. Al final, temblaron las paredes de la barraca.

El negro Leal se secó el sudor con un pañuelo que sacó del bolsillo del pantalón y se ajustó los espejuelos, que eran de graduación y debían molestarle la vista. Se escondió tras ellos. Yo creo que fue en ese momento cuando yo me di cuenta de que era un sato mentiroso.

Me he dejado arrastrar de tal modo por la historia de Nati que me parece estar viendo a Jesús Leal remendando el final de esa novela eterna. La que estudié en el colegio, a saltos. Nunca reconocí ante nadie que no llegué a leerla. No  me hubiera costado cogerla de cualquier biblioteca. Pero nunca lo hice. Con el rabillo del ojo miro a Jorge. Me gustaría leer su pensamiento. Sé la incomodidad que le produce tener que estudiar a una persona, por sus palabras y no a través del ojo fijo de su cámara. Pero parece interesado.

Yo traía unas directrices distintas para esta entrevista. Preguntas sobre la situación actual, el deterioro de las instituciones y la incapacidad del Estado para hacer frente a las necesidades mínimas de la población. Todas se agolpan en mi libreta, que ni siquiera he extraído del bolsillo. Temo que se rompa el hilo que teje los recuerdos de Nati, llenos siempre, como en casi todas las personas de su edad, de una lealtad incuestionable a la revolución. Pero en algún momento tendremos que aterrizar en este presente durísimo,  que ni el propio Jesús Leal podría  convertir en feliz

– Así que el conde de Montecristo  fue su gran maestro.

– No, los maestros fueron otros. Muchachos, casi niños, que llegaban con su manta y su lámpara de luz brillante. Muchos obreros tenían pena de dejarse enseñar por ellos. Yo no. Aprendí a leer de corrido en poco tiempo, y el primer libro que consulté en la biblioteca pública fue El Conde de Montecristo, para conocer la verdad de aquel hombre, si se murió o no. Si cortó cabezas o encontró la paz. Yo creo que hizo un poco de todo. ¿No es verdad?

Aquellos fueron buenos años para Cuba, ¿No, Nati?

Oh, sí… Parecía que podíamos con todo. A lo mejor era verdad.

¿Cuánto cobra de salario de jubilación, Nati?-

Ha sido un ligero parpadeo en sus ojos que me indica que se ha roto el puente que espontáneamente nos había tendido. Me maldigo por mi impaciencia. Ha cogido su vaso que aún conserva unas gotas de aguardiente y se lo  ha llevado a los labios. Se demora tanto en acabar que no puedo dejar de pensar que como Leal, sabe que hemos llegado al final y nos faltan algunas páginas.

Bueno… unos 230 pesos

¿Y eso es suficiente?

Uno siempre resuelve. Esto es Cuba. Siempre se resuelve…Nati cambia de posición, se ajusta el pelo tras las orejas, pasa las manos una y otra vez por los brazos de su mecedora… Óiganme  ¿no dijeron de volver otro día a  retratarme?

¿Está cansada?

Ya tú ves, mi hijo, los años no perdonan…Pero a mí me gusta mucho conversar… Si ustedes quieren, continuamos mañana … o pasado mañana…

Nati se levanta de la comadrita, y hurga entre las páginas de un periódico Granma pasado de fecha. Extrae de él un papel blanco arrugado. Aparta el envoltorio y nos muestra una caja de madera alargada.

¿Ustedes son fumadores de tabaco?

Más bien, no. –Dice Jorge.

Yo trato, por educación, de contrarrestar su indiferencia

Pero esto es… Montecristo número 2…  ¿Puedo?

 Nati asiente complacida. Abro la pequeña caja y acaricio un habano largo, con envoltura suave. Acerco la nariz y me viene a la memoria las cenas de Navidad o Año Nuevo de mi niñez, cuando mi padre y  mi abuelo se permitían disfrutar del único puro que fumaban en el año. Eran más pequeños que éste. Venían en cajas de madera que yo luego aprovechaba para coleccionar lo que nosotros llamábamos vitolas. Mi prima Valen me las robaba para colocárselas en los dedos, como anillos.

Nati parece haber seguido el hilo de mis recuerdos.

Está bien. Si no son fumadores, alguien en su familia fumará un buen tabaco.

No hay uno igual a éste. Ninguno que tenga un capote como éste. Eso es lo más importante en la calidad de un tabaco, y luego, vean, la capa que tiene. Es  perfecta. Este mismo, no les exagero, en la “choping” cuesta más de 200 dólar. Todavía tengo amigos en la fábrica. Ya se lo dije.  Aquí en Cuba, siempre se resuelve.

Jorge insiste en que él no fuma, en que no conoce a nadie que fume puros, y que además, no lleva dinero encima.

Me siento avergonzado de Jorge y su falta de sensibilidad. Echo mano al bolsillo del pantalón.

A mi padre le gustan mucho los puros, al menos le gustaban. Pensaba comprarle uno de éstos en el hotel.

Jorge me mira con las cejas arrugadas. Es el colmo de la falta de tacto.

Prefiero decirle que le compré un puro a la torcedora más antigua de Pinar del Río. Es un valor añadido. ¿Cuánto cuesta entonces, 200?

Bueno, cuesta más… pero no importa. Así está bien…200 fulas…

Reímos, y pongo en la mano de Nati 200 dólares convertibles.

Ahora solo falta que fijemos la charla del próximo día. Nos falta mucho por hablar, Nati… Y tenemos que hacer todas las fotos que hoy no hemos hecho.

Jorge asiente una y otra vez con la cabeza.

Ustedes no me van a conocer, peinada y arreglada. Miren, yo mejor les voy a dar un número de teléfono. Es de la casa de Caridad. Vive a  una cuadra de aquí. Ella es la que me peina siempre y me atiende en lo que puede. Les dirá cual es el mejor momento para que ustedes se dejen caer por acá.

Arranca una porción de papel de la esquina del Granma y pide un lapicero. Jorge se adelanta y  ofrece a Nati un “Bic” de cristal de tinta negra.

Ella apunta un número de teléfono de cinco cifras 

Cuando sorteamos el tronco del árbol con sus frutos a punto, Nati me llama desde la puerta. Lleva en las manos un libro delgado, casi un folleto de pastas grises y hojas de color amarillo, como la piel del mango

– Acépteme esto. No es una historia grande, como El Conde de Montecristo, – ríe y se asoman los huecos de sus dientes- pero cuando lo lea, seguro que me comprenderá mejor.

Nati nos despide, agitando la mano. Cuando nos separan ocho, diez metros, Jorge se vuelve y dispara una foto. En contra de lo que yo esperaba, ella ha sonreído. Me cabreo con Jorge. Días después  le agradeceré que haya obtenido la única foto con la que contamos para el reportaje  de Natividad González.

Por mucho que al día siguiente insistimos en el teléfono que Nati nos facilitó, no pudimos comunicar con la tal Caridad ni con nadie que se le pareciera. Viajamos de nuevo, a los pocos días a Guayabo, pero la puerta y las ventanas de la casa de Natividad estaban cerradas.  Preguntamos a los vecinos. Nadie sabía a ciencia cierta dónde podía estar.

Ella tiene un hijo en Santiago, seguro que se fue para allá.

La mata de mango se erguía, liberada de su peso… El olor de la fruta aún estaba en el aire.

Los últimos días en La Habana precipitaron el tiempo de nuestro viaje de vuelta. No tuvimos tiempo de callejear ni buscar pequeños recuerdos para traernos. Me alegré al menos, de contar con un pequeño tesoro para obsequiar a mi padre.

Cuando lo extrajo de su caja, emocionado, lo olió. Hizo un gesto muy sutil que me hizo imaginar lo que vendría después. Lo encendió con parsimonia, como había hecho siempre.

¿Y cuánto dices que has pagado por esto?

Cogió con las uñas una  pequeña astilla que sobresalía por la punta encendida. Nos miramos y nos echamos a reír.

Mi padre abandonó el falso Montecristo en el cenicero, para que se extinguiera junto al  aire viciado de Madrid, que se hacía fuerte en el calor de las casas.

A los tres meses se publicó mi artículo sobre la torcedora más antigua de la fábrica Francisco Donatién, de Pinar del Río. Nati era portada de la revista.

Recordé que  aún no me había enfrentado al pequeño libro que me regaló. Y me obligué a ello. El papel de mala calidad y sus caracteres imperfectos guardaban historias de Onelio Jorge Cardoso, el cuentero mayor de Cuba.

Abrí el  libro y me encontré con el primero de sus relatos : Caballo de coral. Aspiré el olor mohoso de sus páginas y me sumergí en la lectura. Nati se asomaba entre las letras como la vi por última vez, sonriendo, apoyada en el marco de su puerta abierta, burlándose en secreto de los dos gallegos que no sabían distinguir un puro Montecristo de una burda imitación.

Montecristo puros

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