
En esta segunda entrega de Repensar Europa el foco va a estar en el PIExit (la patada que Portugal, Italia y España deben darle a la UE y al euro) y en la urgente necesidad de frenar a Alemania, que cada día que pasa se convierte más claramente en el enemigo a batir por los países del sur.
La imagen del tuit que encabeza esta entrada es de un afamado columnista del Financial Times, Wolfgang Munchau. Me lo mandó Esteban Hernández conocedor de mi pensamiento. El mensaje de Munchau señala un camino a seguir tras la negativa de alemanes y neerlandeses, entre otro países, a emitir los llamados coronabonos, para paliar las consecuencias económicas de la pandemia. Una nota aclaratoria: ECB son las siglas en inglés del Banco Central Europeo.
Tras esta negativa el ministro de Finanzas de los Países Bajos se despachó contra nosotros (Italia y España). Unas declaraciones vergonzosas que deberían implicar su inmediata destitución. El primer ministro portugués salió a defendernos. Ayer por la mañana Aránzazu Soler Garijo me mandaba un enlace del medio portugués TSF donde destacaban el silabeado «re-pug-nan-te» con el que «António Costa mostrou-se irritado com as palavras do ministro holandês das Finanças, que sugeriu investigar Espanha e Itália por não terem capacidade de resposta para fazer face à crise provocada pela pandemia.». No creo que sea necesario traducir. Y estas palabras bien podrían ser la piedra fundacional del PIExit.
Ahora toca meterle una cornada al gobierno: ¿no salen a la palestra a defendernos? Agradecemos al Sr. Costa su intervención. ¿Pero no hay nadie en el gobierno de Pedro Sánchez para poner los puntos sobre las íes? ¿Se ha protestado por la vía diplomática? ¿Se va a declarar persona non grata al ministro holandés? ¿Nuestro jefe de estado ha hablado con la familia real holandesa? ¿Nos vamos a quedar pasmados? Tengo la triste sensación que desde la salida del gobierno de Borrell nadie defiende los intereses de España.
La bienvenida sugerencia de Munchau debe ir acompañada posteriormente por la salida del euro. El calendario es clave, para que el efecto sea más devastador. El golpe resonaría en todo el planeta. La federación hispano-italiana-lusa debe crear una moneda propia. A nuestra conveniencia. No a la de los alemanes (como se hizo originalmente) y otros países de la liga hanseática, como le gusta recordar a Esteban Hernández. Aplaudo su insistencia en el concepto, porque tenemos que recordar que la bolsa, el símbolo del capitalismo especulativo, surgió en tres ciudades hanseáticas: Amberes, Ámsterdam y Brujas. Y de paso recomiendo que lean su imprescindible último artículo de El Confidencial, que encontrarán en el enlace anterior. Explica muchas cosas sobre lo que está sucediendo. Lo que pasó y está a punto de repetirse.
Los tiempos de genuflexión ante Alemania, por ser la locomotora de la economía europea, son ya historia. Les hemos pagado la reunificación. En la anterior crisis nos impusieron el austericidio. Se llevaron por delante a Grecia para proteger a sus bancos. Humillaron a España forzando a cambiar nuestra Constitución para garantizarles el pago de la deuda (esto debería ser revocado inmediatamente). Salieron reforzados y nosotros debilitados. Mandaron a los hombres de negro, pero ahora ni Alemania ni la UE mandan a nadie para ayudar y se niegan a tomar acciones. El plan de choque encalla por Alemania y Países Bajos con el apoyo de Austria y Finlandia. Hay que tomar buena nota de esto.
También hay que apuntar como Alemania (de nuevo) y Francia han sido desleales con su aprovisionamiento desmesurado de material sanitario. ¿Somos socios o no lo somos? La gravedad del asunto ha provocado que hasta el moderado Luis Garicano (eurodiputado por Ciudadanos) criticase a alemanes y franceses.

Por cosas como estas Francia no debería nunca entrar en el PIExit. Su trato a nuestros agricultores tampoco debe olvidarse. Además de otros asuntos. Y Grecia, que muchos me mencionan, deben resolver primero sus problemas con Turquía. Es su mochila y PIE no puede cargar con ella.
Para la futura capital de PIE dudo entre Lisboa y Palma de Mallorca.
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