Las celebraciones ayer en Madrid por la decimocuarta, la 14, dieron paso al siguiente objetivo: La niña bonita, la decimoquinta. Y también dejó varios detalles. El principal de cara al futuro, fue el anuncio del nuevo fichaje madridista. Que no es otro que Hazard. Sus palabras en Cibeles fueron: «Madridistas, llevo tres años aquí con muchas lesiones, con muchas cosas… Pero el año que viene lo voy a dar todo por vosotros», Si importante fue la reacción del público asistente y la de los que seguíamos los hechos por TV (di un respingo en el sofá), más importante y significativa fue la de sus compañeros de equipo. La plantilla hizo piña con el belga y lo arropó a abrazos y comenzaron a saltar con él. Demostración de lo querido que es por sus compañeros y de la solidaridad que despierta. Fue uno de los muchos momentos emocionantes de la tarde-noche, pero el más simbólico de cara al futuro deportivo de la próxima temporada. Recuerden que arranca el 10 de agosto con la Supercopa europea y el 14 ya tenemos la primera jornada de la Liga 2022/2023. Y con el vergonzante Mundial de Qatar a fin de año. Algo que seguro que también tiene en mente Hazard, lo cual beneficia al Real Madrid.
En el aspecto negativo tenemos al impresentable del inútil alcalde de Madrid, que no sabe gestionar pero opina de todo. Su disertación sobre si ganar la Liga es más importante que la Champions no venía a cuento. No deja de ser su opinión, impropia de un acto institucional. El caso es que hemos ganado ambas. Esa peculiar teoría suya, sobre la importancia del mayor título nacional frente al mas importante del mundo a nivel de clubes, es propia de una mentalidad rojiblanca. La de quienes nunca han ganado la Copa de Europa o la Champions y tienen que poner en valor sus triunfos frente a los de los demás. Su llamada de atención a Courtois también estuvo fuera de lugar, además de olvidar intencionadamente que el meta estaba cedido en el Atlético de Madrid por el Chelsea. Almeida estaba en el ayuntamiento, del que es alcalde, en un acto institucional y no en un bar de copas de la calle Martínez Campos donde su parroquia le ríe las gracias y ocurrencias. Siguiendo con el alcalde, anoche el madridismo volvió a sufrir su segundo agravio: la bufanda y la bandera puestas a la estatua de Cibeles fueron retiradas a las doras horas y media de ser colocadas. Con nocturnidad y alevosía. El primer agravio ocurrió cuando hace unas semanas sucedió lo mismo tras la consecución de la Liga 35 de nuestro historial. ¿Hasta cuando aguantaremos los madridistas a este regidor?
No me entiendan mal: los símbolos blancos no deben eternizarse. Basta con 24 horas. No es mucho pedir. Mas para un sectario colchonero como este alcalde un día debe ser una eternidad…