Muchos comentaristas estadounidenses aseguraban que el debate entre Kamala Harris y Mike Pence era el de los futuros aspirantes a la presidencia. Ya sea en las elecciones del 2024 o de forma más inmediata, dada las edades de Joe Biden y Donald Trump. La vicepresidencia del país cobra por tanto un rol aún más importante (recordemos que el cargo conlleva la presidencia del Senado).
El debate venía precedido por la polémica de los paneles de plexiglás. Pence se negó a ellos. Daban mala imagen. Como responsable del grupo de trabajo contra el covid-19 estos separadores implicaban el fracaso de su gestión. El foco de contagio generado en la Casa Blanca desbarató la argumentación de Pence. El brote ha sido un baño de realidad para la administración Trump. Y causa de desconfianza en el campo del Partido Demócrata. La candidatura Biden/Harris está en alerta ante las mentiras y dudas sembradas por Trump y su equipo, además de las irregularidades al saltarse los protocolos sanitarios en los debates. Se sospecha que Trump estaba contagiado en su debate (incluso se comenta que es el paciente cero de la Casa Blanca), y llegó tarde para evitar el test, mientras Pence debería estar en cuarentena.
A diferencia del debate Trump/Biden de la semana pasada ambos equipos y sus familiares llevaban mascarillas (los Trump no). Aunque al final la señora Pence subió a saludar sin la mascarilla.
En esta ocasión el debate fue moderado por Susan Page (USA Today). La primera pregunta fue para la senadora Harris, sobre las medidas de su candidatura contra el coronavirus. A Pence le preguntaron en su condición de responsable del task force. Ella lo tenía fácil y se le escapó la oportunidad para tumbar a su oponente. Y en un tema tan delicado sobraban las risas de Harris ante algunos comentarios de Pence.
A medida que avanzaban los asuntos Harris anunció que anularían la rebaja fiscal a los ricos de Trump, las universidades públicas serán gratuitas para las familias con menos recursos, y acometerían las obras públicas en infraestructuras (carreteras y puentes) que Trump prometió y no cumplió. También recordó que Trump tiene la anulación del Obamacare en los tribunales. Pence contraatacó con la amenaza de subida de impuestos por parte de Biden/Harris, su plan de sanidad –que llevan cuatro años anunciando y sigue sin conocerse–, y la defensa del fracking.
En el asunto de la guerra comercial con China la senadora y aspirante a la vicepresidencia ganó puntos. Recordó que la administración Trump ha perdido esa guerra de cara al trabajador americano. Citó el número de puestos de trabajos perdidos a causa del conflicto. Harris también mencionó como Biden salvó a la industria automovilística con unas medidas que Pence votó en contra.
Mike Pence mantuvo el tono a lo largo del debate. Fue regular. Consistente. Soltó los mantras de su jefe de filas y del Partido Republicano. Parecia un disquero responsable de promoción. De los buenos. Kamala Harris fue de menos a más. Se hizo con el debate a partir de la mitad. Ahora queda por saber el efecto que todo esto tendrá en los votantes. Porque a mi me resulta muy difícil de creer que haya indecisos en estas elecciones.