Visto lo visto propongo que Donald Trump done su cuerpo a la ciencia, siempre y cuando a José Manuel Soto le parezca bien y a la espera de conocer la opinión de Miguel Bosé. Trump tras pasar tres noches hospitalizado volvió anoche a la Casa Blanca. Con 13 contagiados, hasta el momento, la residencia presidencial se ha convertido en un foco de la infección. Asumo que cundirá el pánico entre los trabajadores (la mayoría negros y latinos) y los funcionarios del complejo. Sabemos del malestar de los agentes del Servicio Secreto, especialmente de quienes le tuvieron que acompañar en su paseo en coche del sábado, para saludar a algunos simpatizantes. A Trump le da igual, sigue minusvalorando públicamente al coronavirus y enfocado a su objetivo principal, la reelección. Se juega la inmunidad y sortear las enormes deudas que afronta. Respecto a esto último se habrán dado cuenta que su covid-19 ha barrido de las noticias sus líos financieros. ¿Casualidad? Algunas voces, ante la desinformación en torno a su infección y el alcance real de la misma, cuestionan toda esta historia. Espero a que se pronuncien Soto y Bosé para poder opinar. Mientras tanto su alta hospitalaria, en tiempo récord, es digna de mención. De ahí mi propuesta para que su cuerpo sea donado a la ciencia para su estudio. Con el permiso de Soto y Bosé, como podrán imaginar.
Asimismo hay dudas sobre cuando Trump dio positivo. Su anuncio del viernes de madrugada ha quedado obsoleto. Ahora se especula sobre el miércoles o el jueves. Con lo que estaría infectado el día del debate con Biden (martes). Esto explicaría porque él y su entorno llegaron tarde, sin mascarillas, al local donde se celebró y rechazaron hacerse los tests previstos en el protocolo del debate. Y hemos sabido que a una de sus más estrechas colaboradoras la aconsejó no decir nada, tras conocerse que ella había dado positivo, porque era mejor esperar a celebrar la reunión de recaudación de fondos (el jueves pasado en Nueva Jersey). Todo esto acrecienta las sospechas, cada vez más fundadas, del acto del sábado anterior en el Rose Garden para la nominación de la jueza al Supremo, como evento superpropagador del coronavirus.
En el video pueden ver la salida del hospital y como Trump baja con paso firme del helicóptero a su llegada a la Casa Blanca. Subió a la balconada, se quitó la mascarilla y despidió al helicóptero con un saludo militar.
Se preguntarán por qué busco la aprobación de Soto. Porque encuentro paralelismos entre el cantautor romántico y el presidente de los Estados Unidos. Hay uno muy claro: sucedió cuando el incendio de Notre Dame. Ambos sugirieron lanzar litros de agua desde el aire (con avionetas, helicópteros, lo que fuese). Y los dos obviaron, por ignorancia supina, que un litro de agua pesa un kilo. Por lo que en realidad su propuesta, bombardear con agua, resultaría en la demolición de la catedral. ¡Brillantes!
Las derivas de Soto y Trump sobre el coronavirus son antológicas y también van en paralelo. El problema se acrecienta porque uno de ellos es el presidente de la primera potencia del mundo occidental. Y en su país han muerto más de 210.000 de sus compatriotas. Ninguno de los cuales tuvo acceso al tratamiento de jefe de estado que ha tenido él.