El mismo día, y a la misma hora, el Barcelona de Messi y el Manchester City de Guardiola han sido eliminados en cuartos de final de la Champions. Por otra parte ambos equipos tienen sus respectivas ligas encaminadas.
A priori tras los partidos de ida, el pase de los culés (4-1 en el Camp Nou) parecía más claro. Los ingleses lo tenían crudo con el 3-0 que recibieron en Liverpool.
Mis amigos ahora han entendido porque no quería a la Roma de rival del Real Madrid. Y hay que recordar que el 4-1 del primer partido fue hasta cierto punto engañoso: dos tantos fueron en propia puerta y el árbitro no pitó dos penaltis a favor de los romanos (uno con 0-0 en el marcador).
A Messi no se le vio en Roma. Volvió a ser el mejor jugador del mundo paseándose. No fue el salvador de otras veces. Ni pudo ni le dejaron. El Barça no remató hasta la media hora de la segunda parte. Perdieron 3-0 y pudo haber sido más amplio (a Piqué le perdonaron la roja en el penalti, hubo ocasiones y Ter Stegen se lució).
La falta de competitividad azulgrana me ha asombrado. Incomprensible. Fueron impotentes ante el aluvión de la Roma. No supieron contrarrestar el empuje y garra local.
El exceso de confianza culé debería ser motivo para la reflexión madridista: ¡ojo al partido de esta noche frente a la Juve! Un 0-3 parece definitivo, pero es solo eso, un «parece». Hay que estar atentos y concentrados. Y jugamos con un solo central puro…
El Mundano 