5 de noviembre de 2010
«Recuerda a papá que baje la tapa si ha terminado de extraer los sesos, y pregúntale si los quiere a la plancha o rebozados. ¡Ah!, dile también que saque los riñones con el escalpelo, pues queda algo de Jerez; y si la lengua, las orejas y las vísceras están en buen estado, pueden servir para el guiso de mañana, así como algún filete.«
Parecidas retahílas me repetía mamá, cuarenta años ha, cada vez que mi padre -forense de profesión- traía trabajo a casa.
Mientras clasifico los restos de mi cena con la Fuga de Bach de fondo, la tele anuncia la aparición de otro cadáver primorosamente diseccionado.