La calidad perdida (Efe Eme)

16 de enero de 2010

La distribución electrónica de música limita el sonido, lo comprime, lo transforma…entonces ¿para qué hemos desarrollado un conocimiento tan preciso de cómo utilizar un micrófono?” (Manfred Eicher en Babelia)

He elegido esta cita de la entrevista realizada por Chema García Martínez, en el suplemento cultural de El País del pasado sábado, para reanudar la colaboración semanal con Efe Eme en este nuevo año.

Manfred Eicher, músico de formación clásica -alternaba su trabajo de contrabajista en la Filarmónica de Berlín con actuaciones en grupos de jazz- dio un paso adelante hace 40 años: formó un sello discográfico, ECM. Los riesgos que asumió cambiaron el panorama de la música europea. Su elenco de artistas y descubrimientos (Pat Metheny, Jan Garbarek, Hilliard Ensemble, Keith Jarrett, Egberto Gismonti, etc.) transformaron el jazz, la musca clásica y la contemporánea y posibilitó el nacimiento y desarrollo de la new age. Su influencia desde su Alemania natal ha sido tremenda.

Desde siempre me ha preocupado la calidad de reproducción del sonido. Lejos quedan mis años infantiles de singles y EPs, que destrozaba en los “comediscos” o en aquellos primeros tocatas, en los que apilabas varios vinilos (caían sobre el plato de uno en uno).

Nunca me gustaron las casetes. Apreciaba su portabilidad y el poder escuchar mi música en los coches. Eran un engorro a pesar de las mejoras en la calidad de la cinta (dióxido de cromo). Se atascaban y enrollaban en las bobinas del aparato. La aparición del Walkman de Sony acrecentó su popularidad. En sus mejores momentos en España representaban entre el 50 y el 70 por ciento de las ventas de un álbum de éxito (el resto eran para el LP de vinilo). Y el planeta se acostumbró a llevar cascos. Los “loros” o “ghetto blasters” eran la otra cara de la moneda de las casetes. Hoy en día ya no se fabrican.

Tengo la impresión que la movilidad de la música, facilitada por la reducción del tamaño de los reproductores (aparte de una pasión por los cascos que no comparto), ha ido en detrimento de nuestras exigencias de calidad. En España los melómanos que ahorrábamos para mejorar nuestros amplis, platos, capsulas, altavoces, etc. no éramos demasiados. La puntilla final la ha dado la aparición del MP3. A mi juicio son el equivalente de hoy en día a las casetes de antaño. Y no quiero entrar en asuntos de salud para nuestros oídos (en USA este asunto incluso está en los tribunales).

Pero antes de la perdida de calidad de los MP3 hubo otro fenómeno curioso (todavía presente en muchos puntos): el Top Manta. Comprar ahí era y es el claro ejemplo de que te importa un bledo la calidad de escucha o visionado. El colmo es adquirir o descargar películas que han sido rodadas durante su proyección en una sala de cine.

Estas circunstancias, unidas a la falta de exigencia del consumidor, han llevado a un “abaratamiento” de las grabaciones. Y no me refiero a la lógica disminución de los costes de producción,  por las posibilidades que ofrecen herramientas como el Pro Tools.

No acepto ser “obsoleto” porque me guste la música bien producida: desde la grabación y mezcla hasta el mastering, pasando porque esté bien tocada e interpretada.

Lo importante es mantener la capacidad para seguir produciendo música de calidad” afirmaba Eicher. Pero el deterioro al que me refiero, unido a otros factores ya tratados en notas anteriores (como la falta de adaptación de las tiendas a la revolución digital), hacen que una propuesta empresarial como la de ECM sea inviable hoy en día. Y darse cuenta que estoy hablando de una discográfica independiente creada por un músico.

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12 comentarios

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12 Respuestas a “La calidad perdida (Efe Eme)

  1. Miguel Ángel

    Los mp3 suenan bastante bien, pero no son Alta Fidelidad. Un mp3 a 320 kbps suena bien dependiendo de qué canción sea. Hay algunas que el mp3 las destroza. Haced la prueba con el Jam de Michael Jackson, por ejemplo: el mp3 introduce agudos que antes no estaban, el volumen es inferior y en general suena como «sucio», además de que se pierde la «viveza» que tenía el original.

    Puedes escuchar una canción sin pérdida muchas veces y no te cansas, pero escuchar el mismo mp3 varias veces termina por darte dolor de cabeza.

    El problema es que la Alta Fidelidad hace mucho que dejó de importarle a mucha gente, y las empresas lógicamente tienen que mirar por su bolsillo antes que por el amor al arte. Yo por ejemplo tengo una tarjeta M-Audio para el PC (un Quad) y unos auriculares Sennheiser HD 650. Sin embargo, estoy convencido de que no hace falta siquiera un equipo de alta gama para aprovechar la calidad de una grabación sin pérdida.

  2. Tranquilo Daniel. Yo lo único que tratraba de argumentar es cómo ven el negocio tanto los vendedores como los compradores.
    Y en mi opinión creo que se aboga más por esa cantidad que por esa calidad porque por suerte o por desgracia no todo el mundo tiene tiempo ni dinero para escuchar unos buenos CD’s o vinilos en el salón de su casa, copa de coñac y puro en mano. El personal no para: escucha música en el metro, en el autobús, etc. y tiene ansias por compartir, por eso creo que se «lleva más» el Mp3 de la marca Carrefour que un buen Iphone.

    Otra anécdota. En el juego Sacred 2 ponen un vídeo de un concierto «virtual» de Blind Guardian. Sus componentes son avatares o personajes del juego. Pues bien, ese tema en concreto (con sus sonidos de fondo de espadas, rugidos de monstruos del juego, etc.) ha sido más escuchado que el tema original del CD.

    Y es que como digo siempre, a los heavies a frikis no nos gana nadie 😀

    Un saludo

  3. Daniel a mi tampoco me ha gustado tu tono. En ninguno de tus comentarios.

    Obviamente estoy de acuerdo con Juan Pedro.

    No sé si el FLAC será el modelo del futuro. Hoy por hoy su uso está limitado, como su popularidad. Espero que lleves razón y se imponga. Pero le hace falta más penetración en el mercado. Y en cuanto a los “loudness Wars” no deja de ser una respuesta de producción a las demandas y gustos de los consumidores actuales. Como cuando grababa y me preocupaba como sonaría en una casete. Ves, vuelvo a la analogía MP3-Casete… Del asunto del “loudness” me llamó mucho la atención la polémica con el último de Metallica: el CD lo llevaba y el video juego no. Sonaba mejor el juego que el disco.

    • Daniel

      Disculpad por el tono.

      A mi también me preocupa el cómo sonarán los MP3 de algunas tiendas on-line. De momento dan suficientes detalles como para dejarme tranquilos Amazon y Deutsche Gramophone. Ambos dan MP3 pero muy cuidados.

      Una anécdota sobre el disco de Metallica que no aparece en el artículo de la Wikipedia: en las redes P2P apareció la versión extraída del juego y tenía bastante aceptación, incluso mejor que la versión oficial según qué día.

  4. Pues me vas a perdonar, Daniel, pero yo si que creo que hay «algo» que diga que la distribución digital de música tenga que ser en MP3 altamente comprimido. Se llama oferta y demanda.
    Sólo tienes que acudir a cualquier hipermercado e incluso a una tienda especializada. Te aseguro que por cada reproductor de CD «de toda la vida», te encontrarás 10 reproductores de mp3, a un precio muy inferior y en donde lo que parece importar son los GBs de capacidad. Pero no te lo venden como «aquí te caben 10 CDS» (calidad) sino como «aquí te caben 10.000 canciones» (cantidad).
    Eso implica que el usuario elije si o si, cantidad en lugar de calidad, a parte de las ya mencionadas razones de portabilidad.

    • Daniel

      Juan Pedro, te veo también muy perdido y con mucho prejuicio. Sigues asociando calidad al CD y falta de ella a todo lo que reproduzca MP3. ¿Y cómo piensas hacer distribución digital en CDs?

      Para conseguir calidades similares entre vinilo y CD te tienes que gastar mucho más en el primero, ¿por qué? Por oferta y demanda, porque el vinilo se está convirtiendo en mercado nicho. Y el CD también lo es en dispositivos móviles comparado con tus denostados MP3.

      Todos esos reproductores de MP3 reproducen MP3 sin apenas comprimir y otros formatos.

      Por ejemplo, los iPod reproducen AAC (con pérdidas, pocas si no se comprime mucho) y Apple Lossless que, ¡sorpresa!, no tiene pérdida frente a un CD. Además, ¿has probado a escuchar un MP3 a 320Kbps con un buen equipo en vez de a 32Kbps en un MP3 de marca desconocida? ¿Te sigue sonando igual?

      ¿Porqué te dan el dato de la capacidad? Pues porque es un dato objetivo. ¿Cuanto te cabe en 8 GBs? Pues mire usted, depende, no he visto en mi vida dos canciones que ocupen lo mismo comprimidas (y sin comprimir).

      En reproductores digitales la capacidad está para lo que la quieras usar. Amigos míos se niegan a escuchar nada que no sea lossless (el formato de Apple o FLAC) y para ello necesitan muchos gigas si pretendes llevar más de un par de canciones.

      No todos los reproductores suenan horribles. Volviendo al ejemplo del iPod, su calidad de sonido es buena, pero sus auriculares son malillos. La gente prefiere un iPod al MP3 de marca Nisu, aunque el último cuesta diez veces menos.

      No nos podemos guiar por lo que destacan en una línea en una tienda, porque según eso no existe diferencia entre una Bravia y una baratucha de las mismas pulgadas. Hay que investigar un poco más.

      • Daniel. Te rogaría un tono menos altanero por tu parte. Quizá si fueras un poco más modesto te habrías dado cuenta de que lo que he escrito antes ha sido en tercera persona, es decir, en qué nos venden y qué quiere comprar el personal.

        Hay que leer un poco más y verse menos el ombligo.

        Un saludo

  5. Daniel

    Creo que estáis confundiendo el tocino con la velocidad: Por un lado, no hay nada que diga que la distribución digital de música tenga que ser en MP3 altamente comprimido, de hecho hay tiendas online que ofrecen formatos sin pérdidas (en formato FLAC, por ejemplo).

    Y por otro lado, la pérdida de calidad a veces es debida a falta de capacidad del formato (las cassettes, MP3 muy comprimidos,…) pero otras es debido a las famosas Loudness Wars (http://en.wikipedia.org/wiki/Loudness_war), que deforman el sonido desde la copia master.

    ¿Que hay mucha gente a la que la calidad le importa un pimiento? Pues es verdad, pero eso no es novedad de la distribución digital, como este mismo artículo ha expuesto con el caso de los famosos loros.

  6. Lamento no poder decir que estoy de acuerdo, principalmente porque no tengo claro cual es tu postura. A mayor calidad de compresión mayor tamaño, y formatos mas minoritarios, hasta la copia exacta del CD. Que somos una minoría – y disculpa que te incluya – si quieres elitista que prefiere el esfuerzo, paciencia y el dinero necesarios para apreciar esa a veces minúscula diferencia es lo que nos distingue y lo que hace que el resto de los mortales me tache de snob (aquí te excluyo). Que la diferencia a veces no exista no es excusa para no defenderla.

    Y los vinilos siempre suenan mejor que un CD.

  7. En todo eso, estoy de acuerdo. A mí tampoco me gustan los cascos, pero no me queda más remedio. ¡Jopé, Adrian! Que no es por gusto… Es más, me gustaría que cierta gente que va por el metro tuviera esa pasión por los cascos; son como esos antiguos de los «loros».

    • Gustavo mi aversión a los auriculares es particular: deformación profesional. Han sido muchos viajes (aviones, trenes, autobuses) en los que aprovechaba para escuchar casetes, CDs, DATs.

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