13 de enero de 2010
Paco Piniella en uno de los comentarios al post Pitada a López Garrido en el Bernabéu escribía:
“este problema de desacreditación de los políticos es peligroso porque la alternativa es el fascismo y los totalitarismos”
Efectivamente, nuestro ilustrado amigo gaditano lleva toda la razón. Pero la responsabilidad es única y exclusivamente de la clase política. Y la primera alarma debería ser que les hayamos elevado a la categoría de “clase”. Esta desacreditación –y desafecto- se la han ganado a pulso: innumerables casos de corrupción; amigos y familiares colocados a dedo como asesores, colaboradores, cargos; mala gestión en los tres niveles (municipal, autonómico y gubernamental) de la Administración; … No es cuestión de enumerar todos sus males. Son de sobra conocidos.
Pero si hay que hacer una defensa de los políticos honestos. Y eficaces. Son los que trabajan y se preocupan por la ciudadanía. Incluso a veces contra los intereses de la estructura de su propio partido (Inés Sabanés es un ejemplo claro). El problema es que son “los otros” los que tapan las virtudes de los honrados cumplidores de los asuntos públicos.
Siempre he pensado que la política era algo vocacional. Me temo que hoy en día esto ya no debe ser así. Al menos en los desafortunados casos que todos conocemos. Y que tanto abundan. Por algo en la última encuesta del CIS los políticos aparecen como el tercer problema para los españoles. Aparecieron en la lista de preocupaciones por primera vez el pasado mes de mayo. Y nuestros políticos deberían tomar buena nota y corregir, porque la amenaza de la que nos advierte Paco Piniella es real.