Archivo diario: agosto 11, 2009

El rugby y “yo” (por Óscar L. Bergaz)

11 de agosto de 2009

rugbynecochea

Debía tener alrededor de 7 años cuando ocurrió, ya habíamos comido en casa y nos disponíamos a ver la tele, tampoco había mucho donde elegir en aquella época, la uno o las dos y poco más, y por esas cosas de la vida debí de poner la 2, y allí estaban, unos tipos grandes y corpulentos con cara de pocos amigos, corriendo como cosacos para hacerse con un balón que curiosamente no era redondo, era ovalado, unos con camisetas verdes y otros con camisetas rojas, mas tarde supe que se trataban de las selecciones nacionales de Irlanda y Gales, y el torneo que estaba viendo se llamaba el “V Naciones” (ahora “VI Naciones”), ya no pude apartar la vista de la televisión, ahí empezó todo, acababa de descubrir el rugby.

Supongo que esto le pasó a mucha más gente que a un servidor, de ahí que ese “yo” del titular sea realmente un sustituto de tanta gente anónima a la que le ocurrió algo parecido a lo que acabo de revivir.

La semana pasaba entre el colegio y el deporte nacional, “el furgol”, dando patadas a un balón redondo, esperando a que se hiciese oval algún día. Jugábamos en el descampado enfrente de nuestras casas, y cuando menos se lo esperaban mis amigos cogía la pelota con la mano y corría la banda ante sus miradas atónitas, “pero este tío que hace”, decían, “está pirao”, y yo les respondía, “pero qué os pasa, ¿no veis los sábados por la tarde la segunda cadena?, esto es rugby”, no podía entender como era posible que no les gustara ese deporte, pero lamentablemente así era.

Y llegaba de nuevo el sábado, esta vez los colores cambiaban, blancos contra azules, Inglaterra contra Francia, en un estadio de nombre Twickenham, pero los mismos fines, alcanzar a toda costa la línea blanca, a veces difuminada por el barro del terreno de juego, que había detrás de unos palos enormes en forma de H. Me costó un tiempo entender las reglas de juego, hoy en día aún me cuesta a veces reconocer el porqué de una falta, un golpe, o que “leches” ha pitado el arbitro, al final si no lo entiendo digo lo mismo de siempre, “será que ha pitado miedo”, al fin y al cabo el señor arbitro, y nunca mejor dicho porque así hay que dirigirse a él, es el que manda, y lo que dice va a misa, tenga o no razón.

Fueran los que fueran los contrincantes siempre lo daban todo, nadie quería salir del campo aunque tuviera la cabeza abierta, una venda en la susodicha y punto, a seguir jugando, iba la vida en ello, el honor, podían ir perdiendo de 30 que daba lo mismo, en defensa tiraban la línea perfecta y se preparaban para las percusiones, y en ataque los delanteros abrían paso a los tres cuartos con la mente puesta en un único fin, el ensayo.

El tiempo que ha transcurrido desde esos primeros años hasta ahora es intrascendente, desde el punto de vista particular, cada uno tiene su vida, ahora, con el paso del tiempo, te das cuenta de que este deporte no es sólo eso, un deporte, es un modo de vida, es una enseñanza constante, es un conjunto de valores morales que trasciende más allá del partido jugado el fin de semana. Si eres un jugador de rugby lo serás hasta que desaparezcas de la faz de la tierra, ya lo decía Ernesto, más conocido como el “Che” Guevara, “viejo, me gusta el rugby y hasta que reviente te lo voy a seguir practicando”.

Ahora, ya veterano, con menos pelo y más canas, echo la vista atrás y añoro esos días en que durante la semana estaba esperando a que llegase el sábado para poder ver otro partido de “esos villanos jugando como caballeros”, en ese estadio, Twickemham, en el que ya he estado, en el que ya he pisado su césped y he sentido los gritos de miles de aficionados aunque estuvieran las gradas desiertas.

En Twickenham

Óscar en Twickemham, donde juega el XV de la Rosa. 

El rugby ha cambiado, yo he cambiado, mis huesos estas cansados, desgastados, las prótesis que los unen, titanio, injertos, habitan en mi cuerpo formando parte de él, pero el rugby sigue siendo eso, rugby, pasión, dolor, respeto, lagrimas…, ahora las camisetas cuando se mojan como antaño ya no pesan 5 kilos, son de lycra y agarrar al contrario es algo más complicado, ya lo dice mi amigo “Gea”, “cuanto mal ha hecho ese material a alguno, sacan a relucir lo peor de cada casa, y con ello mi único abdominal”.

Hoy en día aún llevo en el maletero del coche un balón de rugby, por si acaso, después de todo solo sé una cosa, si volviera a nacer solo querría ser jugador de rugby, con eso sería suficiente, el resto saldría bien porque la base personal ya estaría construida bajo unos sólidos cimientos.

Salud a tod@s, y recordad “Dentro de un campo de rugby no existen amigos, enfrente contrincantes, a tu lado HERMANOS”.

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