7 de mayo de 2009
Saco un momento la cabeza del agua para respirar en esta inmersión post-prejubilación en la que ando metido y compruebo una vez más que soy un desastre. Adrian me había comunicado hace más de un mes que se iba a celebrar el concierto homenaje a Pete Seeger, que ya tenía una cosa comprometida (la que ha publicado hoy de Julio), y que si yo podía escribir algo sobre el tema. Le dije que sí, claro, faltaría más. Ha llegado el día y aquí ando, sin haber cumplido el encargo, así que improvisaré ahora, resumiendo, lo que no he sido capaz de escribir a tiempo.
Siendo Seeger uno de los cantautores que mayor respeto me merecen y cuya obra más admiro, no he llegado a conocerle nunca, pese a que no faltaron ocasiones. La primera vez que él vino a España en 1971, yo estaba en el trullo (Elisa Serna fue a contarme luego la reunión que habían tenido Adolfo Celdrán y ella). La última, cuando hace 16 años se celebró en Barcelona el 30 aniversario de “Al vent”, la canción de Raimon, pude pasar después del concierto detrás del escenario y saludarle, pero no lo hice. Me hubiera gustado tener una larga conversación con él, claro, pero darle la mano y decirle “Mr. Seeger, le admiro mucho, déme dos besos que no me voy a lavar la mejilla en un año”, me parecía una chorrada mitómana. Y si algo no soy –creo- es mitómano.
Foto de Enrique Meneses
Pete Seeger cantaba dos canciones en uno de los tres primeros discos que compré de una tacada en mi vida. Debió ser en 1965. Los otros dos fueron “Bird” de Charlie Parker y “Cuadros de una exposición” de Mussorgsky. El otro era un colectivo de folk estadounidense en el que, aparte de Seeger, estaban, que recuerde ahora, Dylan y P.F. Sloan. Dos o tres años después, Joaquín Díaz facilitó la publicación de los primeros discos de Seeger en España, en el sello Movieplay, y casi al mismo tiempo hice amistad con Fernando Santos Fontela, que vivía en USA y que publicó, con el seudónimo de Ramón Padilla, el libro “Canciones de protesta del pueblo norteamericano”. Y me trajo un montón de discos que incluían joyas como grabaciones de Peter Lafarge, Malvina Reynolds, Sonny Terry, Tom Paxton, Phil Ochs, Judy Collins, Richard y Mimi Fariña, Julius Lester… En fin, que me puso en casa.
Entre aquellos discos los había, naturalmente de Pete Seeger y de Woody Guthrie (juntos en la foto), dos nombres que para mi están íntimamente relacionados como principales figuras de ese momento fecundo de la música de cualquier país que es el del paso del folklore tradicional a la canción contemporánea a partir de la evolución del lenguaje de la música popular. Ambos, desde diferentes funciones, marcaron ese momento de la música estadounidense. Si Guthrie fue, indudablemente, el gran creador del movimiento, Seeger fue, indiscutiblemente, el gran difusor. Los dos se compenetraron para dar luz (no en solitario, pero sí en cabeza del pelotón) una nueva música que ha llegado hasta hoy, cambiada, pero no irreconocible.
Pese a haber grabado más de cien discos en solitario, Seeger siempre ha sostenido la idea (y quien escuche sus discos en directo comprobará que no miente) de que lo importante no era que el artista cantara encima de un escenario, sino que lo decisivo era que transmitiendo sus canciones animara a la gente a cantar y, lo que es más importante, a escribir sus propias canciones. Es, desde luego una idea que proviene de la vieja tradición folklórica del boca oído y la creación colectiva, y empeñarse en que no muriera deja de ser un anacronismo, pero tiene la grandeza de las causas perdidas, a las que Seeger ha estado unido toda su vida, con una coherencia (y a veces con un cierto dogmatismo, todo hay que decirlo: recordemos el follón con Dylan en Newport) que denota la firmeza de sus ideas y su calidad humana.
Esa coherencia musical (que no quiere decir estancamiento, y ahí está su discografía para probarlo) también la ha mantenido en el ámbito ideológico. Militante comunista en su momento, una militancia de la que nunca ha renegado, aunque como tal la haya abandonado hace tiempo, siempre estuvo metido en todos los fregaos, poniendo su canto al servicio de los obreros que luchaban por sindicarse; de los antifascistas que primero se solidarizaron con la España republicana, luego se enfrentaron a los nazis (con aquella tremenda contradicción que supuso el pacto Stalin-Hitler) y aún debieron comparecer ante McCarthy; de los negros que peleaban por no ir en la parte trasera del autobús; o de los jóvenes que rechazaban la guerra de Vietnam. Es verdad, como explica Julio, que desde hace tiempo su principal compromiso es con la ecología, y, en concreto, primero fue con la recuperación del río Hudson y luego con su mantenimiento. Es, probablemente, la única batalla que Seeger ha ganado en su vida. En cualquier caso, el ecologismo no ha supuesto que no haya colaborado, y lo siga haciendo, con otras causas progresistas de todo el mundo. Desde la solidaridad hace años con la Nicaragua sandinista a su lucha contra la política de Bush y, especialmente, la guerra de Irak (durante todo ese periodo su página Web se abría con una nota en la que se pedía el enjuiciamiento de Bush como criminal de guerra).
El viejo Seeger que sus discípulos –porque discípulos son, incluido el huidizo Dylan– han homenajeado es distinto al que comenzó su carrera recorriendo los caminos y las vías férreas de Estados Unidos con Woody Guthrie cantando en tabernas y pintando carteles para sobrevivir, qué duda cabe, pero también es el mismo. De los años 40 acá, su trayectoria personal y artística es un hilo conductor en el que varían las formas, pero no las esencias. Y quizás sea esa fidelidad y coherencia lo que se ha querido homenajear, aparte de esos longevos 90 años.
Mientras escribo, ando escuchando “Where Have All the Flowers Gone. The Songs of Pete Seeger”, el doble CD en su homenaje que en 1998 grabaron en estudio un grupo de cantantes en el que figuran casi los mismos que ahora han recordado su 90 cumpleaños y algunos más: Jackson Browne, Bonnie Raitt (que bonita es la versión que ambos hacen de “Kisses Sweeter Than wine”), Tish Hinojosa, Billy Bragg, Peter, Paul & Mary, The Weavers (ya viejecitos, con una Ronnie Gilbert que canta como nunca), Tim Robbins (sí, el director de cine, que canta con un coro de niños una hermosísima “All My Children Of The Sun”), Donovan y Holly Near entre otros. Es un disco que merece la pena, lo recomiendo. Como lo será el que sin duda saldrá de este último concierto. Tal vez sea el último de una larga carrera. Lo guardaré como oro en paño, como los demás suyos.
NOTA: Por cierto, pinchando en esta dirección puede encontrase una estupenda y larga entrevista (traducida al castellano) con Pete Seeger.
A la hora de buscar canciones suyas en youtube, interpretadas en directo, es difícil encontrar actuaciones de joven, debido al boicot televisivo que sufrió. Las únicas son las del programa que hizo para la TV pública de Nueva York en 1962: “Raimbow Quest” (está en DVD), en el que cantó con un sinfín de compañeros demostrando como hacer un espacio atractivo con nada, sólo música y talento.
1962. Con June Carter y Jonnhy Cash en el programa “Raimbow Quest”:
Entradas relacionadas:
Lynch, Seeger, la meditación y la trucha (by Julio Valdeón Blanco)
Raimon en Económicas: hoy se cumplen 40 años (por Antonio Gómez)
Por ahí hay un video de dos partes: la primera mitad tiene a Pete Seeger cantando con su nieto Tao Ridriguez-Seeger (de padre puertorriqueño, y criado en Nicaragua) «Well May The World Go», una canción irlandesa del siglo 17. En la segunda parte, Tao canta la adaptación de esa canción al español, junto a dos artistas boricuas: Roy Brown y Tito Auger. Hay esperanzas.
QEPD Pete Seeger. Gracias por este comentario.
Antonio:
¡Qué maravilla encontrarte escribiendo de estas cosas!. Yo he escuchado dos veces a Pete Seeger en España. Casi me derrito cuando le vi junto a Bruce Springsteen en lo de Obama. Tienes razón en que el primero que contactó con él fue Joaquín Diaz. Joaquín -que ahora impulsa ese pueblo-librería cerca de Valladolid: Urueña- me proporcionó la dirección su representante en Nueva York. Era efectivamente, Harold Leventhal, que tenía una oficina con montones de papeles. No me dejó casi ni hablar. Pete no estaba, y punto. Estaba cabreado porque se estaban editando sus discos en España («sin control»). Lo hacía Movieplay. Si no recuerdo mal: el primero fue un single que, en una de sus caras, tenía «Michael row the boat ashore» (que los curas postconciliares convirtieron en «El Señor resucitó…» ¿Recuerdas tu eso?.
Uno de tus corresponsales dice algo así como que Pete estaba medio prohibido…No fue eso. Lo cosa tenía que ver con una pugna entre Folkways y CBS…Sobre grabar en estudio… Yo creo que se rompió el maleficio con «Dime que me amas , Junie Moon» para la que compuso «Devil times».
Pues sí, amigo Gustavo, ese episodio de Newport entre Seeger y Dylan es interesante, en la medida que supone la escenificación de dos maneras distintas de entender la música popular y del nacimiento de una nueva forma de canción, el folk-rock-, que como no podía ser de otra manera debía nacer de un enfrentamiento con sus ancestros que en este caso tan bien representa aquel hecho. Supongo que hubo varios motivos, los que tu apuntas me parecen acertados. No obstante hay varias versiones del momento, que, como ando por casa desocupado, voy a copiar pese a ser todo un poco largo.
Howard Sounes, en su biografía de Dylan (Reservoir Books, 2001), que dedica varias páginas al suceso, cuenta así aquel momento concreto: “Bob salió a escena con una cazadora de cuero negro e interpretó, al frente de su banda hipster, una estrepitosa versión de ‘Maggie’s Farms’. Mike Broomfield, doblado sobre su guitarra eléctrica, toaba una miríada de notas que se fundían en el eco. El mezclador de sonido estaba apagado. La banda no podía oír con claridad, y en mitad de ‘Maggie´s farms’ el ritmo dio un giro. Aquello superaba el folk-rock. Era un estruendoso sonido blanco a un volumen que resultaba increíble. La gente empezó a silbar. Entre los atacantes se hallaban amigos de Bob como Mark Spoelstra. “Lo único que podía oírse era a Al Kooper y la guitarra y el bajo, pero no había forma de entender lo que decía”, comenta Spoelstra. Pete Seeger fue el primer sorprendido. “Estaba furioso –señala–. No podía entender ni una puñetera palabra de lo que estaba cantando”. Seeger se fue para la mesa de mezclas y exigió que ajustaran el sonido. Pero la mesa estaba vigilada por partidario de Bob, entre ellos Grossman y Bobby Neuwirth, y se negaron. “¡Maldita sea! –masculló Seeger, que raramente perdía la paciencia–. Si hubiera tenido un hacha habría cortado el cable”. La historia apócrifa cuenta que Seeger y/o Alan Lomax intentaron realmente contar la electricidad armados con un hacha. De hecho, había hachas disponibles, ya que Seeger había usado una como decorado durante una interpretación de uno de los “work songs”, o cantos de trabajo, pero los dos hombres insisten en que no intentaron cortar la electricidad. “Jamás haría una cosa semejante”, afirma Lomáx. Seeger, por su parte, comenta: “No tenía un hacha y no corté el cable. Ddije: si tuviera un hacha, cortaría el cable”. No bostante, la historia ha cobrado tal trascendencia que Seeger admite que ni siquiera su esposa lo cree”.
No parece apartarse mucho de la realidad. En la biografía de Seeger (“Una canción contínua, Pete Seeger”, Editorial Los Juglares, 1993, su autor, David King Dunaway, que también se extiende sobre aquel acto, narra: “… comenzó la canción ‘Maggie´s Farm’ y dejó atónita a la audiencia. La música estaba demasiado fuere para que pudiera ser oída.
¿Fue deliberado? Dylan pensó que sí: “no les gustaba lo que yo iba a tocar y estropearon el sonido antes de que empezara”.
Incluso en pianissimo, algunos decidieron que ya habían escuchado demasiado. A mitad de la primera canción la gente empezó a gritar. Dylan continuó tocando, dejando que la banda fijara el ritmo mientras él se concentraba en cantar, pronunciando la letra de ‘Like a Rolling Stone’ con su mejor dicción.
–Fue una de las raras ocasiones en que Pete perdió el control –dijo Leventhal–. Le habría gustado cortar los cables.
Recorriendo los bastidores, Seeger observaba cómo su movimiento de canciones folk temáticas se deshilachaba ante lo que más tarde llamó “parte de la música más destructiva a este lado del infierno”.
–El sonido está demasiado alto –le gritó Pete a Albert Grossman, el representante de Dylan–. –Bobby lo quiere así, Pete—Grossman se colocó delante de la consola de sonido.
–Maldición, no se puede oír la letra –dijo Pete frenético.
“Estábamos sentados en la sección de prensa, tal vez a unos treinta metros –recuerda el guitarrista Eric von Smith—gritando: ´`no podemos oírte’ y `que pare la banda´. Al principio solo cuatro o cinco personas gritaban. Luego pasaron a la siguiente canción y nadie cambió ningún dial. Fue lo mismo. Nada de voz, sólo la banda tocando un solo. Después de eso más gente empezó a gritar `¡queremos a Bobby´”
…Dylan se marchó del escenario mientras Peter Yarrow, de Peter Paul and Mary, ocupaba el micrófono. Pasó junto a Pete; el hombre a quien había llamado una vez `santo viviente´ lloraba entre bastidores”.
Y, por último, el propio Pete Seeger, en la entrevista de la que hemos puesto el enlace en el post inicial contaba en 2004 explicaba: “No. Es verdad que no toco instrumentos eléctricos. No sé cómo hacerlo. Por otra parte, he tocado con gente que los toca maravillosamente y admiro a algunos de ellos. Howling Wolf utilizó instrumentos electrificados en Newport precisamente el día en el que lo hizo Bob. Pero yo estaba furioso porque el sonido estaba tan distorsionado que no se entendía una palabra de lo que cantaba. Estaba cantando una gran canción: `Maggie’s farm´, una gran canción, pero imposible entenderla. Y corrí donde el técnico de sonido y le dije: ‘arregla el sonido para que se le pueda entender’. Y me gritaron: ‘no, así lo quieren’. No sé quiénes eran, pero estaba tan furioso que dije: ¡Maldita sea! Si tuviera un hacha cortaría el cable ahora mismo”. Realmente estaba furioso, pero no era contra el uso de instrumentos eléctricos por Bob”.
Ufffff
¡Jaja! Muy completo. Pero no puedo ser imparcial: Bob me gusta musical y literariamente (aunque estuve en contra de que le dieran el Príncipe de Asturias por mis razones que tú ya sabes), pero a Pete le tengo devoción.
En cierta ocasión escuché unas declaraciones suyas en «Pioneros» en Radio 3 (un abrazo al presentador si lee esto: era un gran programa); no puedo precisar de qué año son (lo malo de las citas es que se tiende a generalizar el pensamiento de su autor y pensar que siempre pensó así), supongo que serían de entre los finales de los 60 y mediados de los 70, en la que decía: «hay una música pop muy buena y otra muy estúpida -lo estoy haciendo de memoria-. Hay una música pop que se inspira en García Lorca, y otra en Muddy Waters» (NOTA: ignoro con qué intención dice lo de Waters y no me atrevo a conjeturar).
Lo cierto es que este capítulo del festival del Newport es de mis historias favoritas, porque se mezclan muchas cosas. Y creo que Bob, mejor dicho, sus partidarios, la han utilizado demasiado, lo cual podría ir en detrimento de Seeger, que pareciera un carca (¡!). Sigo pensando que ellos vieron aquello más como una traición ideológica que musical; en cierto sentido se parece a cuando Serrat comenzó a cantar en castellano, ¿no crees?
Llevaba pensando en esto tiempo: «… y a veces con un cierto dogmatismo, todo hay que decirlo: recordemos el follón con Dylan en Newport.»; pero también es verdad que, cuando los byrds versionaron su «Turn! Turn! Turn!», declarando abiertamente la procedencia de la canción (Seeger estaba aún en 1965 medio prohibido en EE.UU, y muchas de sus canciones se grababan, pero sin figurar en los créditos, muchas veces por desconocimiento del intérprete), él mismo, para emoción de estos jóvenes y hippies discípulos, les escribió una carta de agradecimiento y declaraba que le gustaba mucho la versión (o eso creo recordar yo).
Seguramente habría purismo y dogmatismo por su parte, pero en esta historia de Dylan comencé a ver algo más que el duelo «purismo/ progresismo». Sí lo había (sería necio negarlo), pero creo que también había otro factor, más político-social: el folk era la música de la juventud comprometida; el pop (como se decía entonces, y no rock) lo era de la juventud conformista, y por aquel entonces, «rock/ pop comprometido» era una paradoja en sí. Mucha gente, a parte del asunto musical, debió concebir eso como una traición. Además que hay que llamar la atención sobre una cosa: hace un año vi un documental sobre los festivales de folk en los que Dylan participaba, y ya en los del 64 había gente que estaba un poco hasta la gorra de él porque parecía que no hubiera otro cantante y por su actitud de super-estrella (algo que en el folk no cuadra demasiado bien), así que es probable que lo del 65 fuera sólo la gota que colmó el vaso (y pensar también que no fue el primero en saltarse a la torera las «normas» de un festival; recordemos a Chuck Berry en este mismo, cuando era sólo festival de Jazz… ¡Cosas!
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Pete seeger’s 90th party celebration
Conocí a Pete Seeger, creo que en año 1968, por un disco, que a partir de ése momento me ha acompañado siempre, «We shall overcome!»; me interesó por el título, y cuando empezé a oirlo me dí cuenta que era el tipo de música cantada, que me interesaba. Lo compré en Galerías Preciados de Arapiles, creo que estaba rebajado, costó 99 ptas., que por cierto no tenía y tuve que ir a casa a
buscar.
Años después Antonio lo divulgaba en «Más ó menos Folk», y pudimos conocer más detalles del personaje, y gracias a él(Antonio), y al libro de
«Canción Protesta»nos enamoramos de su vida y su trayectoria.
No soy nada, ó casi nada, mitómano.
Sólo dos personas me han motivado para acercarme ala mitomanía, Pete Seeger, y Manuel Vázquez Montalbán.
Tanto es así que en el recital del aniversario de «Al vent», tuve la suerte de poder acercarme a Pete Seeger, y agradecerle, eso sí con mucho pudor,
«sus canciones y su vida», se rió, y me djo que eso tendría que decíselo a Toshi (su compañera).
Si os interesa, en YOU TUBE, hay una buena selección de las canciones que se cantaron en el homenaje del 90 aniversario.
Antonio ¡dónde estás!
Salud!
pues ya vés, viejo compañero del surco y el arado, aquí ando, perdido en los procelosos mares de la prejubilación: con zapatillas de felpa y mirando a las chicas que pasan desde un muro blanco en el que se está muy bien al sol.
A ver si quedamos y te cuento. Como tu eres el más ocupado, llámame.
Salud
Efectivamente, Gustavo, como dices lo de Joaquín Díaz y su admmiración por Pete Seeger es como dices. La foto de Adolfo y Elisa con él, existe, pero no he podido escanearla. También a mí me hubiera gustado ponerla.
Y Enrique Meneses, que en su blog también creo que ha hablado de este tema, estuvo en efecto, con todo el mundo y en todo el mundo.
Salud
Realmente fantástico.
Lo de Joaquín Díaz, si no me equivoco, lo conoció en EE.UU y tuvo una gran influencia sobre él en la concepción del folklore, aunque Díaz al principio no lo usara como arma político-intelectual.
¿Sabes lo que completaría esta entrada tuya, Antonio? La foto con la que Adolfo y Elisa te pusieron los dientes los largos.
¡Vaya imágenes en youtube! gracias por el artículo Antonio, me ha sorprendido que Joaquín Díaz fuese la persona que le ayudó a editar sus discos por aquí… qué curisoso…
Por cierto, la foto de Enrique Meneses… este hombre ha estado con su cámara con todo el mundo!!
Abrazos
Definitivamente hoy es el día Pete Seeger en El Mundano