17 de marzo de 2009
El amigo Rubén Caravaca me llama y me pide, en nombre de la revista Ritmos del Mundo, que escriba un artículo para un especial que están preparando sobre Cultura e Industria. Como podréis ver más abajo en las fotos la extensión de lo escrito ocupa pagina y media (lastima que la revista no este disponible online y por tanto carece de enlaces). Y eso que fue editado y recortado un par de veces. A continuación os dejo la penúltima versión, con sus correspondientes vínculos:
Paolo Vasile, Consejero Delegado de Telecinco, en unas recientes declaraciones afirmaba que “es falso que Telecinco haga televisión basura”. Sandeces aparte lo más grave es cuando dice que la televisión está en ruina y solicita una serie de medidas, que perjudicarían a su principal competidor y a otros sectores (como el del cine). Pues bien, conviene recordar que Telecinco ganó 319 millones de euros en 2007 y 228 millones en los primeros meses de 2008. Quizás el problema radique en que su canal esté perdiendo el favor del público, como lo demuestran los últimos datos de audiencia disponibles a la hora de escribir esta nota, correspondientes al mes de enero: se confirma la perdida del liderazgo de su cadena, que se sitúa dos puntos por detrás de TVE 1 y tan sólo una décima por encima de Antena 3. Con el añadido que enero del 2009 ha sido el mes de más consumo televisivo de los últimos tiempos.
Cuando T5 desembarcó en España, de la mano de Valerio Lazarov, no sólo introdujeron los primeros conceptos chabacanos sino que además pretendieron nutrirse de contenidos ¡por la cara! En el caso concreto que nos ocupa, que es el de la música, consideraban territorio conquistado el que las actuaciones de artistas fuesen gratuitas. Conseguir que pagasen los gastos fue todo un triunfo. Cosa que no ocurrió con el espinoso tema de los videoclips. Recuerdo conversaciones con Lazarov en las que insistía que los videos deberían emitirse sin coste alguno para su TV. Y que si había derechos de autor que pagar deberían ser los productores (las discográficas) los que se hiciesen cargo de ellos. Pretendía que esas mismas compañías que invertían millones en rodar productos de calidad no sólo renunciasen a sus derechos -y los de artistas, intérpretes y ejecutantes- sino que además asumiesen económicamente las obligaciones de Telecinco. Leyendo, años después, al Sr. Vasile veo que nada ha cambiado. Y hasta aquí podíamos llegar.
La tradición de agravios comparativos que sufre la Música es larga. Pero antes de desgranar los más notables, quisiera aclarar lo que entiendo por la Industria de la Música: un amplio conglomerado de sectores que abarcan desde los productores hasta los artistas pasando por editores, salas de conciertos, managers y representantes, promotores, sociedades de gestión, empresas de luz y sonido, técnicos, estudios de grabación, autores, músicos, etc. Sin olvidar otros negocios que sin ser necesariamente dependientes de la Música intervienen como imprentas, fabricantes de camisetas, merchandising…
Las actitudes de los primeros espadas de la tele propiedad de Silvio Berlusconi están en línea con la de los medios de comunicación españoles, cuando recientemente solicitaban ayudas al gobierno. No sólo se benefician de subvenciones por papel, sino que además gozan del IVA reducido. La Música cotiza al tipo máximo. Este asunto del IVA es de crucial importancia y una de las principales fuentes de agravio. ¿Por qué se consideran productos culturales al Pronto, el AS o el Penthouse y no a los musicales? ¿Acaso la música popular no es cultura?
Uno de los principales problemas de nuestra Industria es su fragmentación en distintos sectores. Y el olvido sistemático de “la unión hace la fuerza”. Hemos sido victimas del “divide y vencerás”. Y solamente nos podemos culpar a nosotros mismos. Puedo citar varios ejemplos, pero me voy a limitar solamente a dos, que afectan al sector discográfico.
Tras varios intentos frustrados de intentar agrupar a las independientes en una asociación nacional me afilié a IMPALA, la organización europea. Fui acogido con los brazos abiertos y me nombraron miembro de su junta directiva. Mi principal misión era intentar –una vez más- unir a las indies españolas bajo un mismo paraguas. Los europeos no entendían que en España no estuviésemos coaligados. Algo que finalmente sucedió meses después, con el nacimiento de UFI. Anteriormente –cuando trabajaba en CBS– la AFYVE (hoy Promusicae) impulsó la creación de AGEDI, sociedad de gestión de los productores fonográficos. Uno de los objetivos a mediados de la década de los 80 fue conseguir el cobro de los derechos correspondientes a la reproducción pública de nuestros fonogramas. Concepto que fue batallado duramente por las principales empresas de medios de comunicación. El asunto se enconó y fuimos “a la huelga”: nos negamos a ofrecerles las muestras promocionales. ¿Cómo iban a obtener estrenos, exclusivas o programar novedades si no se las servíamos? Claro, podían comprarlas, una vez editadas en nuestro país. O importar. Al final, como llevábamos razón, nos impusimos. No sin antes haber comprobado que la unión de las discográficas no fue tal. Hubo “esquiroles” que traicionaron la causa común. Creyendo que obtendrían una ventaja competitiva sobre los demás, como probablemente ocurrió, pasaban copias “a escondidas” a la principal cadena de radio musical (los 40).
España está en una situación única. Afronta los problemas del tercer mundo, el Top Manta, y los del primero, derivados de las descargas ilegales desde Internet. Un estudio reciente señalaba que el porcentaje de descargas legales en España era del 0,10%. El año pasado la Oficina del Representante Comercial estadounidense decidió situar a España en la lista de vigilancia de países en los que no se protege este tipo de derechos. Una lista de la que forman parte 36 países entre los que figuran naciones como Brasil, Canadá, República Checa, Hungría, Indonesia, Grecia, Italia, México, Noruega, Polonia, Turquía, Ucrania, Vietnam o Taiwán. Mientras España entra, Belice y Lituania salen. Estos y otros datos llevaron al abogado Javier Cremades (Presidente del II Foro Iberoamericano de la Propiedad Intelectual) a declarar que “hasta 300.000 empleos podrían perderse en España en los próximos cuatro años” a causa de la piratería. En 2003 según el libro blanco de Promusicae (cuyos miembros representan el 93% de las ventas) había 52.850 personas, después de una destrucción de empleo del 20% desde el 2000. Más lo que vino después, los peores años.
En términos de aportación al Producto Nacional Bruto, la industria cultural y de ocio española constituye la sexta más productiva y contribuye al empleo en un 7,8% sobre el conjunto de asalariados, con incrementos anuales considerables. ¡Lo cual representa más que el sector de la Energía! El cual también está subvencionado y hemos estado pagando un impuesto por pasar a tener competencia. ¿Se conocen casos similares? En la música desde luego que no.
Y ciñéndonos al mundo de la Música el PIB creció del 3,1 en 1992 al 4,5 en 1997, cuando el Top Manta y las descargas de Internet estaban bajo mínimos. En seis años, entre 2001 y 2006, la venta de discos en España ha caído más de la mitad, y mantiene un ritmo de descenso imparable. Este descenso representa un 0,10% del PIB. Según los últimos datos estaríamos hablando –a pesar de todo- que la Música es el 5% del PIB.
S hay una industria parecida a la musical esa es la del automóvil, dominado por un puñado de multinacionales, con problemas de adaptación a los nuevos tiempos, estructuras poco eficientes, costes difíciles de soportar, un tejido industrial auxiliar del que dependen miles de personas, etc. Con el mismo PIB: 5% en España. Y le han pedido 10.000 millones al Gobierno para afrontar la debacle. El sector cree que en 2009 no venderá ni un millón de coches, como hace 13 años. ¿Pero qué quieren? Qué tengamos tres coches por habitante. ¿Se han vuelto locos? Y lo peor es aquello de “quien no llora no mama”. Así que no me extrañaría nada que la solicitud española llegue a buen puerto (como así ha sucedido en USA).
Desde las tribunas digitales en las que escribo (la revista Efe Eme y mi blog, El Mundano) he venido señalando como esta falta de unión sólo perjudica a la industria y al usuario final, el público. También es cierto que la mala reputación de SGAE y de discográficas (donde se confunden las multis con las indies) tampoco ayuda. Por eso es de celebrar que la ansiada reunión de los distintos protagonistas musicales se produzca desde otros sectores, como el de la música en vivo. Porque el milagro está a punto de consumarse: la unión de los sectores que forman la Industria de la Música. El primer paso ya se ha dado. El más importante y también el más difícil e ingrato.
¿Y quienes son estos esforzados héroes que han trabajado tan eficientemente? Los mismos que convocaron una rueda de prensa para presentar “Por una Ley de la Música”: ARTE (Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo), ACCES (Asociación Estatal de Salas de Música en Vivo), APM (Asociación de Promotores Musicales), ARC (Associació de Representants, Managers i Promotors de Catalunya), ROAIM (Red de Organizaciones de Artistas e Interpretes Musicales) y UNIPROM (Unión Independiente de Promotores de Música de la Comunidad de Madrid).
Cuando en la presentación escuché a uno de los ponentes decir “la música popular no está considerada cultura” no pude evitar emocionarme. En el turno de preguntas y respuestas se plantearon asuntos muy interesantes –aparte del IVA- como el de acabar con la prohibición a menores de edad en conciertos (otro agravio respecto a hoteles o restaurantes donde se despacha alcohol en presencia de menores).
Inspirada en la ley francesa (vigente desde hace 25 años) y en unos trabajos previos efectuados hace unos años en Cataluña, la propuesta de Ley es una oferta integral. Y abarca desde la formación escolar (¡qué importante es la enseñanza de música!) hasta el consumidor.
Espero que la ola inicial de adhesiones se convierta en un tsunami y el Manifiesto recoja el número suficiente de firmas para que la ley salga adelante. Y también para que los técnicos de sonido, por ejemplo, se den cuenta de la necesidad de asociarse. Porque los del teatro si están agrupados y los de la música no. Es increíble como de siempre en la industria musical cada uno ha (hemos) hecho la guerra por su cuenta. ¿Están cambiando los tiempos? Personalmente confío en ello y como mencionaba anteriormente el milagro está a punto de producirse. Desde aquí quiero agradecer a las organizaciones y personas que han puesto en marcha tan noble iniciativa. ¡Felicidades amigos! Y a por ello porque hasta aquí podíamos llegar…
ENTRADAS RELACIONADAS:
Por una Ley de la Música (Efe Eme)
Agravios comparativos 2 (Efe Eme)
Agravios comparativos (Efe Eme)
Algunas consideraciones (Efe Eme)
La Música no es Cultura (Efe Eme)
EE UU incluye a España en la ‘lista de vigilancia’ por piratería online
Valor y Precio de la Música (en Efe Eme)
El precio de los discos en El Corte Inglés
10 razones de un productor fonográfico para no pertenecer a Promusicae