2o de mayo de 2008
A principios de este mes escribí Austerlandia por un post, Dos nueces, de Rafael Reig. Unas semanas antes Socioapatía me había pedido que le echase una mano para un trabajo que tenia que hacer para la facultad (no se si al final contactó o no con Rodri, que fue mi sugerencia). Si se que andaba detrás de Reig. Y una vez cazado, le pedí que me pasase la entrevista para publicarla en El Mundano. Que además coincide con la publicación de Visto para sentencia -Ed. Caballo de Troya, 2008- que reúne las sentencias que dictó en El Cultural así como veinte posts, extraídos de su blog.
La verdad es que acabo de darme cuenta que Austereig es mejor juego de palabras que Austerlandia (refleja mejor lo de Austria, Auster y Reig). Que le vamos a hacer. Se puede cambiar, pero no merece la pena. Y lo que realmente interesa es la entrevista, que encontrareis leyendo a continuación:
“LA ÚNICA TECNOLOGÍA VÁLIDA EN LA ENSEÑANZA ES UNA PIZARRA Y UNA TIZA”
Rafael Reig (Cangas de Onís 1963) es uno de los autores más refrescantes y creativos del panorama literario actual. Tras una decena de libros publicados, donde hace gala de su humor, inteligencia y de un apabullante archivo mental de lecturas y citas, Rafael Reig intenta salirse de lo establecido, dar su opinión, divertir al lector y como él mismo confiesa “ganarse unas pelas”. Ha sido Finalista del Premio Fundación Lara en 2003 y del Salambó en 2007 y ha publicado recientemente la novela/ensayo “Manual de Literatura para Caníbales” (Debate) donde carga contra el panorama literario actual, sin misericordia y sin olvidarse de mencionar nombres.
Una imagen de escritor maldito e irreverente que poco tiene que ver con la realidad. Se muestra extraordinariamente amable, compadrea con las camareras, bebe y habla rápido y de no ser por el tabaco de liar y la americana sobre una camiseta que le dan un toque de esteta, uno aseguraría que está delante de un profesor de instituto de los que dejan salir a los alumnos al recreo diez minutos antes, para poder irse al bar a beberse un carajillo a gusto.
¿Ambicionas ser un gran escritor o simplemente disfrutas con lo que haces?
Claro que quiero hacerme famoso. Sé que no lo conseguiré, pero para sentarse a escribir hay que sentir que estás haciendo algo grande. Es algo que me molesta de la gente que escribe ahora, no hay ambición y acaban haciendo medianías sin pretensiones. Me gusta lo que hago y disfruto muchísimo, pero creo que es necesario creérselo un poco. Supongo que el truco es creerse un genio pero sin tomarse muy en serio a uno mismo (ríe)
Has escrito Ciencia Ficción, Novela Negra, Folletín, Ensayo… Y todo se parece. ¿Lo serio y lo satírico son los únicos géneros?
¿Crees que se parecen? Yo intento no repetirme. Pero lo cierto es que como decía Galdós “los escritores no poseen un tema, el tema les posee a ellos”. Y luego está lo que dice Ortega “de el yo y las circunstancias…” Supongo que a los escritores se les nota mucho la personalidad y las influencias cuando trabajan…
Hablando de eso, en tus libros se te notan mucho las influencias. “Manual de Literatura para Caníbales” se parece mucho a los “Años de Sofía”, Las aventuras del Capitán Carpeto son un “Mortadelo”… ¿Está todo inventado en la literatura?
No creo en eso de la literatura adánica; un escritor vive en su contexto y es normal que coja cosas de allí y de allá. Se dice que si Adán hubiese escrito un libro, el segundo sería mucho mejor. Y sólo el segundo sería literatura (ríe). Creo que es bueno que un escritor lea mucho y tenga muchos recursos para mezclar cosas que haya visto en otras obras. A nadie se le ilumina un día la mente y escribe algo completamente original, siempre hay ecos de lo que ha leído.
Además al final siempre se acaban tocando los mismos temas: El sexo, la muerte, el poder, el paso del tiempo… Es imposible salirse de esos temas, y no creo que sea nada malo que a un autor se le note que ha leído lo que otros contaron sobre esos 4 o 5 temas de siempre.
¿Qué es lo que menos te gusta del panorama literario actual?
Me molesta mucho la falta de criterio: yo puedo comerme una hamburguesa, que me guste y me quite el hambre, pero sé que es una hamburguesa y me la venden como tal. En el mundo literario eso no ocurre; se encumbran y se premian libros que son hamburguesas. Que no digo que me parezca mal, es necesaria una literatura de consumo, normal, para leer en el metro… Incluso obras que sin ser malas, tengan su público y su momento; no todo el mundo puede ser Faulkner. Pero que no me vendan una hamburguesa como si fuese una delicia.
¿Y lo que más?
Me gustan mucho las editoriales pequeñas. Los grandes grupos editoriales funcionan como mafias y son muy endogámicos. Es muy difícil que publiquen a alguien nuevo que diga cosas nuevas. Lo dinámico y lo interesante está ahora mismo en las editoriales pequeñas como Lengua de Trapo, 451, Valdemar… Que miman al autor, o rescatan a los que ya están muertos y se olvidan del aspecto de “industria” que tiene este negocio.
¿Piensas en el lector cuando escribes?
Sí, para mí escribir libros es una forma de comunicación y si el lector no entiende lo mismo que has pensado tú cuando estabas tecleando, algo falla. Escribir para sí mismo mirándose al ombligo es inútil en mi opinión.
¿Y escribes borracho? Muchos escritores hacen apología del alcohol o las drogas, y dicen que les ayuda en su trabajo…
Jaja, siempre escribo por las mañanas. Lo malo de estar bebido es que todo lo que se te ocurre te parece genial. Escribes un par de folios creyendo que es algo brillante, y a la mañana siguiente piensas “¿Dios, cómo podía pensar que esto era bueno? (ríe) Normalmente después de unos cuantos whiskies y un porro sólo pienso en dormir; sé que no se me va a ocurrir nada interesante. Pero por si acaso siempre llevo un cuadernito encima.
Rimbaud escribió toda su obra siendo adolescente, Pushkin publicó Oneguin con 24 años, Lorca dejó toda su obra antes de cumplir los 40. Tú tienes 44 años, y te llaman joven. ¿Los libros son cada vez más cosa de viejos?
Bueno, lo cierto es que en España en la actualidad pasa algo bastante raro. La Transición aparte del cambio político trajo otro cambio cultural. Las grandes editoriales y grupos mediáticos nacen en la Transición. La gente que estuvo allí consiguió sus puestos de importancia en el mundo cultural, y no hay Dios que les eche (ríe) La gente que venimos detrás tuvimos muy difícil sobresalir; los mayores nos hacían un tapón y mucha gente con talento lo tuvo muy difícil para publicar. El tapón está poco a poco desapareciendo, pero resulta que la generación que tenía que relevarles, hace 15 años, tiene ahora 40-50. Por eso tenemos escritores tan mayores.
¿Qué consejo darías entonces a alguien que quiera publicar?
Que pelee, se mueva y lo que hemos dicho antes de creerse un genio. Si crees en lo que haces, seguramente acaben rechazándote un manuscrito 10 veces, pero no te deprimirás y a la undécima lo conseguirás. Alguien que no está seguro de que lo que hace es bueno, se desanima enseguida. Y para vivir de esto se necesita ser muy cabezota.
(Aparte de novelista, Rafael Reig también es articulista. Ha trabajado en La Voz de Asturias, La Razón, El Cultural de El Mundo y actualmente es Jefe de la sección de Participación del diario Público, donde también es columnista. Además mantiene un blog alojado en la página Web del Hotel Kafka y participa ocasionalmente en tertulias literarias y políticas en radio y televisión.)
Muchos periodistas quieren ser escritores, pocos escritores quieren ser periodistas. ¿Por qué ya habiendo publicado novelas, te metes a periodista?
Bueno, quieren ser escritores los periodistas… y los toreros y las folclóricas… (ríe) La verdad es que lo que yo hago no es periodismo periodismo. El periodismo de opinión es mucho más literario que cualquier otro y yo sinceramente me veo incapaz de hacer de periodista: elegir el orden de las noticias o pensar en la composición de una página, ya sabes. Muchas veces en las columnas reciclo ideas de mis libros, o algo que haya escrito para un periódico me sirve como idea para incluir en una novela. Para mí, en el trabajo que hago no hay tanta separación. A otros autores como Millás sí que se les nota más que cambian cuando escriben artículos y novelas, yo digo las mismas barbaridades en los libros que en el periódico (risas)
Es cierto que es el mismo estilo, por ejemplo usas mucho las preguntas retóricas en libros y las columnas
(Sonríe envanecido) Han dicho de mí que soy el escritor en lengua castellana que más usa el signo de interrogación. No soy consciente, pero supongo que es verdad
Sobre tu sección de Cartas con Respuesta (Reig contesta a cartas mandadas por los lectores al diario Público) ¿Las cocináis en la redacción o de verdad las recibís?
Sí, sí; nos las manda gente al periódico.
Lo digo porque casi todas son del polo ideológico opuesto al del lector de Público ¿Predicando a los conversos?
Ya, pero eso es porque elijo las que contestar (ríe). No intento ridiculizar ni insultar a la gente que no es de izquierdas. Es una forma de poder mostrar mi opinión y que haya un diálogo en la columna. Si fuesen cartas diciendo cosas que pienso yo, sería muy aburrido y no podría escribir más que estoy de acuerdo. Por eso casi siempre elijo cartas de católicos o de ecologistas.
Es verdad, tienes una especial manía a los ecologistas.
Es que me revientan. Me parece una superstición moderna. ¿A mí que me importa que los animales del zoo de Hong Kong vivan en malas condiciones? Los trabajadores en éste país sí que viven en malas condiciones y hay muy poca gente que proteste. Creo que todo lo referente a los derechos de los animales es una patochada.
¿Tienes algún referente en periodismo de opinión?
No. Me gustan mucho los artículos de Millás, Lorenzo Silva o los de mucha otra gente. Pero no quiero dejarme influir por nadie de los que hacen el mismo trabajo que yo al mismo tiempo que yo. Intento ser original dentro de mis limitaciones.
Desde tu sección de Participación has “colado” a varios de tus amigos de articulistas en Público (Xavier Azpeitia, Antonio Orejudo, Isaac Rosa…) ¿Dejamos de mandar currículums para trabajar de becarios y nos hacemos tus amigos?
Bueno lo cierto es que si esperáis ganaros la vida como columnistas y lo intentáis mandando currículos, estáis perdiendo el tiempo (ríe)
Además no es del todo cierto que enchufe a todos mis amigos. Me llevo muy bien con Espido Freire, (escribe en Público también) pero no me gustan nada sus columnas. Y hay a otros que no aguanto y que el director me impone, por ejemplo el Gran Wyoming.
No creo que sea deshonesto que si me preguntan quién creo que lo puede hacer bien, cite a varios de mis amigos. No soy yo el que decide quién escribe y quien deja de escribir, ni tampoco soy yo el que paga.
Para terminar, en nuestra universidad se implanta el año que viene el Plan de Bolonia. Has sido profesor universitario tanto en EE.UU. como en España. ¿Qué opinas de éste plan? En concreto de lo que está pasando con la Licenciatura de Periodismo.
Me parece una cosa terrible. Voy a contarte una anécdota: cuando estaba en Estados Unidos, en los ochenta, leí en una página de anuncios de un periódico que los del New York Times buscaban gente licenciada en Humanidades. Me pareció tan curioso que llamé a un amigo que trabajaba allí y me comentó que las pruebas para entrar en el periódico eran “¿Ha entendido usted las motivaciones de Hamlet?” “¿Comprende los celos de Otelo?”… ¡Estaban buscando a periodistas que fuesen humanistas! Me pareció muy inteligente.
Creo que las humanidades son básicas para cualquiera, porque te preparan para cualquier trabajo que puedas tener en la vida. Incluso para vivir tu propia vida (ríe) Bolonia se las va a cargar y creará a periodistas que sean muy buenos maquetando, editando y enlazando textos. Pero ¿si no sabes cómo contar las cosas de qué sirve que sepas cómo hacer que queden bonitas?
También esto de “tecnologizar” la enseñanza; con prácticas, dossieres, campus globales y estudios bilingües me parece una gilipollez. La única tecnología que vale en la enseñanza es una tiza y una pizarra. Y con el Plan de Bolonia las tizas se extinguirán y los estudiantes saldrán manejando ordenadores y sabiendo inglés a la perfección. Lo ideal para ser teleoperador.
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“Cartas con Respuesta” (Público)