14 de mayo de 2008
El título me encanta, parece una redacción que me han mandado para el cole.
El lunes fue mi primer día como becaria en La Sexta Noticias (para la Web, no para la tele), estaba un poco nerviosa y por si las moscas llegué media hora antes. Decidí tomarme un café por aquello de calmar los nervios aunque cuando empecé a tener taquicardia recordé que la cafeína no es el mejor relajante del mundo. Era tarde y además había pagado 2,40 por una tacita de café y no me daba la gana dejar la mitad y pedirme una tila que serían otros 2 euros y encima me revuelve el estómago, así que apuré el café y me fui. Me presenté en la redacción 5 minutos antes de la hora para que vean que soy puntual, pero que tampoco vengo con iniciativa de que me exploten. Me enseñaron los ordenadores y me asignaron uno. Que toqueteara para ir viendo los programas. Guay: a navegar por Internet. Estuve una hora sudando y pensando que tenía que hacerlo y por fin me atreví: metí gmail.com. Página vetada. Mierda.
Mis compañeros son agradables, me caen bien y no se molestan cuando pregunto tres veces las cosas o cuando intento demostrar que me he enterado de lo que me han explicado y luego resulta que no, que en realidad no me había enterado.
También he conocido “las cafeterías”. Cuando escuché a la gente hablar de ellas me imaginaba algún complejo súper limpio y minimalista con camareros como el mayordomo de Tenn (el joven) y con zumo de naranja recién exprimido 24 horas al día… Así que en cuanto tuve ocasión bajé a comprobar con mis cuatro ojos cómo era aquella vanguardia en la que diseño y gastronomía se daban la mano con banda sonora de Vangelis… Nada más lejos de la realidad, “las cafeterías” son dos máquinas con chocolatinas, sándwiches fríos y bolsas de patatas, una máquina de café y otras dos de refrescos. También hay dos microondas y una mesita. No está mal, pero… me había creado otras expectativas.
Mi primer día de trabajo consistía por el momento en memorizar nombres de la gente (y apuntarlos en mi moleskine) e intentar recordar cómo funcionaba el gestor de noticias y el iNews. Leí teletipos y todo: EFE, Reuters (vaya, no se escribe “roiters”)… Y nada, ya me sentía con confianza así que me puse a mirar mi blog, a leer los comentarios de mis fieles lectores y a intentar timar a los de La Sexta, procurando que se me abriera el correo electrónico con Firefox en lugar de con el Explorer (pero tampoco). El caso es que me las prometía muy felices pasando la tarde leyendo El País y El Mundo digitales y a esto que llega El Jefe y me suelta: “Ana, te encargas de lo de Telma”. Y yo tragué saliva y puse cara de “hombreeee, sin problema. ¿Lo de Telma y qué más?”.
A duras penas leí teletipos para enterarme de las respuestas que habían dado los medios demandados por la hermana de la princesa Letizia e hice un resumen. Con esa chorrada estuve toda la tarde, buscando sinónimos en la RAE y comprobando la ortografía y el ritmo eran apropiados. Acojonada a cada momento pensando que iban a gritarme: “¿Aún no está? Eres la peor becaria del mundo”. Me imaginaba tapándome los ojos con las manos y sollozando: ¡Lo sé!, ¡lo sé! No hace falta que me paguéis los 300 euros si no queréis”. Pero no, nadie me gritó.
El jefe se fue y yo me quedé más tranquila intentando encontrar un titular como el que nos han enseñado en clase: que responda al qué. Bien, ya lo tenía: “Los medios califican de inconstitucional la petición de Telma Ortiz”. Vale, pues mi compañera, amablemente, me dice que eso es súper largo y que lo acorte: 4 palabras. Joder, ¿4 palabras? Si Telma Ortiz ya me come 2. Así que nada, me metí en la Web para hurgar y ver qué tipo de titulares se ponían por ahí: Llamativos y muy cortos, básicamente. A duras penas conseguí poner un “Telma pide que la ignoren” y cuando lo subí te juro que se me cerró el estómago, pensando que iba a aparecer cualquier profesor de la universidad diciendo que en qué estaba pensando con un titular así, que en la Carlos III no me habían enseñado ese tipo de cosas…
Pero no, allí no vino nadie a regañarme y ahí se quedó la noticia con su titular cutre. Mola. Siempre recordaré a Telma (ya hay confianza para llamarla así) como mi primera noticia en un medio de verdad (la revista de la uni no cuenta).
Y ya no hice nada más. Sonreía en plan tímida pero simpática cuando la gente se iba a su casa y pasaba a mi lado, para que vieran que no soy una rancia… y de verdad, poco más. Ah, bueno, otra cosa. Que yo me presenté en plan “monilla” con zapatitos y gloss en los labios y el pelo suelto y he visto que ahí la gente va súper normal, así que a partir de ahora a trabajar con coleta y zapatillas converse estilo universitaria-de-biblioteca, que para eso soy la becaria y si alguien puede ir cómoda esa soy yo.